´Nuestro amigo Marruecos´, Tomás Jorge Pérez

Sería conveniente que algunos de nuestros representantes políticos desempolvaran la Enciclopedia Álvarez y revisaran el bloque de geografía, porque parecen desconocer la ubicación geográfica de Marruecos, de ese reino alauí que, curiosamente, los canarios tenemos a la derecha, la España peninsular al sur, al otro lado del Estrecho, y Ceuta y Melilla en sus narices.

Por tanto, la geografía nos condena a negociar continuamente con nuestro vecino más próximo, con el que nos separan la cultura, el idioma, la religión, la política y la economía, es decir, todo. Para más inri, no necesito recordar que en Marruecos la democracia brilla por su ausencia y a las mujeres simplemente se las ignora, lo que dificulta aún más esta relación.

Por eso no entiendo cómo si la actividad diplomática del reino español se centra en Marruecos en un 80%, nuestro ilustre presidente del Gobierno no tuvo en cuenta estos condicionantes a la hora de designar a su nuevo ministro de Asuntos Exteriores.

El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Taieb Fasi Fihri, nos visitó recientemente y dejó al descubierto el nulo poder de disuasión de nuestra flamante ministra, a la que no solamente ninguneó, sino que aprovechó su presencia ante los medios para insultar a la prensa española sin rubor. Hace apenas unos días, Alfredo Pérez Rubalcaba tuvo que repetir el encuentro para intentar resolver la crisis del Sáhara Occidental y la impresión, sin ser la más deseable, tuvo otro color.

Desgraciadamente, no todo el mérito se debió a su dilatada carrera política, sino que tuvo mucho que ver con la empatía testosterónica del dignatario marroquí, a la que habrá que recurrir en una y mil ocasiones: cuando hablemos de la pesca, del tomate, del control de la inmigración, de las prospecciones petrolíferas en la lengua de mar que separa las islas Canarias orientales del territorio marroquí, del paso del gas argelino por territorio marroquí hasta España, del conflicto enquistado e irresoluble del pueblo saharaui… Y claro, el comodín del Rey no podemos utilizarlo con demasiada frecuencia porque se acabaría agotando.

Que Marruecos tiene la sartén por el mango es algo incuestionable; que Marruecos es desde hace mucho tiempo la niña mimada de la Unión Europea por ser la frontera de Europa con África,por impedir que nos invadan las hordas de africanos malolientes y ociosos, es una obviedad. Por tanto, que un pequeño país como España tenga que soportar sus continuas humillaciones no pasa de ser un sensible daño colateral que la Unión Europea siempre ha estado dispuesta a asumir.

12-XII-10, Tomás Jorge Pérez, lavanguardia