“”Viva la unidad de mercado!“, Germą Bel

O algo por el estilo es lo que yo esperaba oír a los voceros de la unidad de mercado en España, por la decisión de once países europeos, impulsada por el Comisario Barnier, de Mercado Interior, de crear una patente común que se tramitará y traducirá en tres lenguas: alemán, francés e inglés. Esto hará más competitivo el sistema europeo de innovación, pues ahora validar una patente en 13 países de la UE puede costar hasta 20.000 euros, de los que 14.000 son gastos en traducciones, muy por encima del coste de registrar la misma patente en EE. UU., inferior a 2.000 euros.

Pero no ha sido así. Tanto desde ámbitos gubernamentales como desde la patronal se ha objetado que el régimen lingüístico no incluya al castellano. Contundente ha sido la CEOE, que se opone a la creación de la patente común porque se impone (sic) a las empresas españolas que innoven y defiendan sus innovaciones en alemán, francés, o inglés. De hecho, se ha organizado una coalición de las patronales de España, Italia, Polonia y Portugal, para hacer frente al acuerdo auspiciado por Alemania, Francia, el Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Eslovenia, Luxemburgo, Estonia y Lituania (y pronto Irlanda). Esta división también puede leerse como una escisión entre los que no innovan (donde está España), y los que innovan (Alemania,…). El año pasado, por ejemplo, de las patentes presentadas ante la Oficina Europea 40% eran de Alemania y 15% de Francia, pero sólo 1,26% de España (por cierto, en primer lugar de la Universitat Politècnica de Catalunya, cuya lengua propia es el catalán).

Visto así, se diría que aquí tenemos un grave problema con las patentes; y no es precisamente el idioma en que se registren, sino más bien innovar y solicitarlas, para salir así de la cola europea en innovación. Por ello, no creo que España haga muy bien oponiéndose a la reducción de coste de las patentes. Cierto, el castellano es la tercera lengua más usada en el mundo, tras el inglés y el chino mandarín. Y muy querida para mí, que la estoy usando aquí. Pero en la UE el alemán y el francés son hablados por muchas más personas, y mucho más usados para patentar. Yqué decir del inglés, lengua común de la ciencia y la innovación en Europa y en el mundo entero… aunque oír que la lengua común es otra suene raro -incluso algo ofensivo- a quienes pasan el día afirmando que la lengua común es la suya.

...Así, al menos, cuando alguien desvele estas confidencias en el futuro sabríamos que aún quedan en España creyentes auténticos en la unidad de mercado.

16-XII-10, Germà Bel, lavanguardia