´La Noria´, Víctor-M. Amela

Me llaman de La Noria (Telecinco) y me piden que diga, para grabarlo y emitirlo mañana, algo que he escrito aquí, a saber: si Telecinco triunfa comercialmente emitiendo zapatiestas más o menos sonrojantes entre el prófugo Emilio Rodríguez Menéndez y colaboradores de la cadena se debe, por un lado, al desparpajo de esta cadena para idear peleas de corral y, por otro, a que son muchas las personas que apuestan por divertirse mirándolas. También les he dicho que esto no es periodismo (y que cabe reprochar a la cadena que, con la cooperación de la solemne María Antonia Iglesias, haya pretendido vendernos tan burda idea), sino un mero espectáculo televisivo, una distracción muy animada y bullanguera, nada más y nada menos que un recreo de caseta de feria muy bien orquestado, y que como tal hay que mirarlo.

Esto último no sé si lo emitirán, pero aquí queda. Me preguntan los de Telecinco que les aclare si lo que están haciendo es o no telebasura: les informo de que hace años desterré de mi léxico tan burdo vocablo, por tópico y facilón, por ser un comodín que sólo sirve para ahorrarnos el trabajo de analizar y comprender programas de altas audiencias. El análisis pasa en este caso por constatar la fascinación ante lo zafio y lo canalla, que a todos nos toca: nos cautiva el espectáculo de la picaresca ibérica, desahogada y desacomplejada, nos divierte comprobar hasta qué extremo de soltura y ligereza de escrúpulos pueden llegar algunos a cambio de una bolsa. Y sobre esta pulsión levanta Telecinco su negocio. Un negocio que nos devuelve de nosotros una imagen que nos resulta poco halagüeña. Pero la verdad es que siempre habrá mucha gente dispuesta a mirar una disputa encendida -desde casa, a salvo-, y más si median muchos insultos y gran profusión de gestos vulgares y amenazantes. Telecinco nos regala, siempre que puede y con mucho desparpajo, la ocasión de comprobarlo.

17-XII-10, Víctor-M. Amela, lavanguardia