´Ley antitabaco y aberraciones´, Eulàlia Solé

Puesta en vigor la ley antitabaco, resulta que adolece de aberraciones. No sólo las que algunos comentaristas ya han evidenciado, como la concerniente a que ni presos ni enfermos mentales experimentan las mismas restricciones que el resto de los fumadores. Si el tabaco perjudica, tanta preocupación médica merecen unos como otros, pero aún hay más incongruencias. Otras dos como mínimo, y garrafales.

Que la prohibición de fumar en bares y restaurantes desemboque en la expansión de estufas en la calle carece de sentido común, tanto si se calibra desde la vertiente ecológica como sanitaria. Cuando lo que se pretende es limpiar el ambiente de humo, se pasa a incrementar la contaminación con la instalación de calentadores en las terrazas. Cuando el discurso más sensato se traduce en "mejor con menos", nos lanzamos al "peor con más". Cuando las fuentes de energía fósil se están agotando y el uso de las renovables tiene largo camino por recorrer, el consumo no cesa de crecer tanto en invierno como en verano.

En época de calor, los humildes e inocuos abanicos se ven desplazados por unos aparatos de aire acondicionado que son voraces consumidores de energía. En la estación fría, se extiende la necesidad de caldear viviendas, escuelas, hospitales y otros espacios cerrados a la de calentar el entorno exterior en una lucha titánica y absurda del ser humano contra la naturaleza. Sobrepasando la defensa ancestral basada en la ropa de abrigo, la sociedad tecnológica se enfrenta petulante a su medio natural en lugar de adaptarse a él. Olvida la salvaguarda del medio ambiente y la mesura en la explotación de recursos y se adentra en el derroche de las reservas.

Mas no acaban aquí los desatinos. Si uno de los propósitos de la limitación de los lugares donde fumar consiste en conseguir que muchos de los fumadores dejen de serlo, a la vez que sean pocos los que se incorporen a esta adicción, facilitar que se fume en las terrazas de restaurantes y cafés a despecho de la cruda temperatura da al traste con semejante objetivo. ¡Cuánto disparate!... Todo por la pretensión de contemporizar con los diversos intereses enfrentados. "Casa con dos puertas mala es de guardar", escribió Calderón de la Barca. Aforismo perfectamente aplicable cuando un portón mira hacia la salud y el otro, hacia el bolsillo.

7-I-11, Eulàlia Solé, socióloga y escritora, lavanguardia