entrevista a la periodista Sihem Bensedrine

La defensa de la democracia le ha costado a la escritora y periodista Sihem Bensedrine (Túnez, 1950) ser encarcelada, torturada, amenazada de muerte, atacada a golpes ante la mirada impasible de la policía. Refugiada desde hace un año en Barcelona, acogida por el PEN Català, ayer pudo al fin regresar a su país. "Por primera vez en mi vida en el aeropuerto no había policía política y no he tenido que soportar interrogaciones ni humillaciones", contaba en una entrevista telefónica.

Debe de estar muy feliz.

Estoy muy orgullosa de mi pueblo. Esta revolución ha sido un acto heroico de los tunecinos, que han logrado poner de rodillas a esta dictadura podrida, vergonzosamente apoyada por Francia y Europa en nombre de la lucha contra el terrorismo islamista y la inmigración clandestina. Y lo han logrado de forma pacífica, blandiendo sólo pancartas y gritando eslóganes.

Y después de Ben Ali, ¿qué?

Deben celebrarse unas elecciones libres. Pero lo más urgente es redinamizar las instituciones de la sociedad civil, que han quedado laminadas en estos 23 años bajo Ben Ali. Llevamos años sometidos a un terrorismo de Estado.

¿No teme que ahora se produzca un avance islamista?

Siempre nos han hecho este chantaje: era esta dictadura o el islamismo. Esta revolución ha demostrado que los tunecinos no son talibanes: no ha habido ni un atentado en las cuatro semanas de movilizaciones, ni arengas islamistas. Es una bofetada para todos los expertos, todos los políticos que aseguraban que el pueblo tunecino sólo podía estar gobernado por la fuerza, que si no habría una deriva islamista. ¡Como si no hubiera demostrado su madurez para la democracia! El silencio de la comunidad internacional ha sido escandaloso.

Cuando se interviene hay acusaciones de injerencia.

Francia critica a Costa de Marfil, a Mauritania. Todos condenaron a Birmania. A Irán por menos se le amenazó con la guerra. ¿Cuál es la diferencia? Ben Ali era el niño querido, un modelo para el mundo árabe. El diario israelí Haaretz ha escrito que peligra la estabilidad de la región. ¿Nuestra sangre no vale nada en nombre de la estabilidad? Este doble rasero es racista.

15-I-11, G. Saura, lavanguardia