Arabia acoje a Ben Ali (Francia, e Italia, se hacen el sueco)

Nunca en el mundo árabe poscolonial una revuelta popular, basada en el hartazgo por la carestía, el paro, la corrupción y la falta de libertades, había llegado tan lejos como la liderada estos días por la sociedad tunecina. Su firmeza y valentía frente a la represión policial forzaron ayer por la tarde la huida del presidente Ben Ali que intentó, sin éxito refugiarse en Francia. Su avión aterrizó a medianoche en Jeddah, Arabia Saudí. Otro aparato procedente de Túnez tomó tierra antes en Cerdeña, aunque Roma negó que el depuesto presidente viajara en él, como se confirmó horas después con el aterrizaje de Jeddah.

Ben Ali deja atrás un país sumido en el caos y de futuro incierto. Los militares dominan la calle y anoche, en la capital, disparaban con fuego real contra supuestos saqueadores de comercios. La escena se repitió en otras ciudades.

Veintitrés años de dictadura, con todo el sistema económico y financiero vinculado a la familia presidencial y sus esquemas corruptos, bien pueden dar paso a una inestabilidad que derive en nuevos extremismos.

De forjar una transición hacia un nuevo modelo socio-político se va a encargar Mohamed Ganuchi, primer ministro que ayer asumió la presidencia de forma interina con el apoyo de los militares y que para hoy ha anunciado los primeros contactos para formar un gobierno de coalición. Ganuchi adelantó por televisión, desde el palacio de Cartago, que Ben Ali dejaba el poder por una incapacidad temporal,retórica que recuerda a la utilizada por el propio Ben Ali en 1987 para deshacerse de Habib Burguiba.

Ganuchi, de 69 años, prometió llevar a cabo las reformas que Ben Ali había anunciado esta misma semana en un intento desesperado por salvar el cuello. La principal es la apertura del espacio democrático a la oposición. Un consejo de seis personalidades, encabezado por el presidente del Parlamento, Fuad Mebazaa, será el germen del nuevo gobierno que preparará el terreno para unas elecciones. De llevarse a cabo, pueden convertir a Túnez en la primera democracia genuina en el sur del Mediterráneo. Esto, al menos, es lo que exige una ciudadanía más que preparada para asumir su propio destino.

Ben Ali salió de Túnez a las cuatro de la tarde. Poco después, fue decretado el estado de emergencia. La policía recibió órdenes de disparar contra cualquier sospechoso. Se prohibieron los grupos de más de tres personas.

15-I-11, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia

Francia no quiere a Ben Ali en su territorio. El hasta ayer presidente de Túnez se ha convertido de repente para París - que sin embargo lo ha apoyado hasta el último momento-en un invitado incómodo. Fuentes gubernamentales exponían anoche este rechazo, mientras el Quai d´Orsay puntualizaba que toda demanda de asilo sería examinada de común acuerdo con las nuevas autoridades constitucionales tunecinas. Al cierre de esta edición, se ignoraba todavía el destino final de Ben Ali, que ayer había abandonado precipitadamente su país, pero Le Monde avanzó que una hija y una nieta del dictador tunecino habían aterrizado a las 19.30h en el aeropuerto de Le Bourget.

Si alguien no ha visto venir el desmoronamiento del régimen tunecino, ha sido Francia. Todavía ayer mismo, pocas horas antes de que Ben Ali renunciara a la presidencia y huyera del país, París intentaba mantener una prudente - e inestable-neutralidad, sin decidirse a respaldar las demandas democráticas del pueblo tunecino para no importunarse con su histórico aliado.

Para Francia, Ben Ali era una garantía de estabilidad política y un muro de contención del islamismo, y su caída no es necesariamente una buena noticia.

Mientras el presidente de Estados Unidos salía anoche en apoyo de las reivindicaciones populares - "aplaudo la valentía y dignidad del pueblo tunecino" , declaró Barack Obama-,el Elíseo mantenía el mismo tono ambivalente. Obama condenó el uso de la violencia contra los manifestantes y pidió elecciones libres y justas. Francia, por su parte, "toma nota de la transición constitucional anunciada por el primer ministro Ganuchi", arrancaba lacónicamente un comunicado difundido anoche por la Presidencia de la República, en el que nuevamente hacía un llamamiento al "apaciguamiento y el fin de la violencia". "Sólo el diálogo puede aportar una solución democrática y duradera a la crisis actual", añadía la nota. Anoche, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se reunió de urgencia con su primer ministro, François Fillon, para abordar la situación.

A lo largo de los últimos días, Francia ha intentado mantener una difícil equidistancia, persuadida probablemente de que Ben Ali podría mantenerse en el poder. Siguiendo esta línea, la ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, todavía llamaba ayer por la mañana a la "contención" a todas las partes.

Francia mantiene fuertes vínculos con Túnez, su protectorado entre 1881 y 1956, y sigue siendo - con 6.100 millones de euros de intercambios anuales-su primer socio comercial. En el país magrebí hay 1.250 empresas y cerca de 22.000 residentes franceses, la mayoría de los cuales con doble nacionalidad. En Francia viven unos 500.000 tunecinos.

15-I-11, Ll. Uría, lavanguardia