tras Žel puebloŽ, Žel populachoŽ

Los tunecinos se fotografiaban ayer junto a los carros de combate estacionados en puntos estratégicos de la capital. El de la plaza 7 de Novembre estaba cubierto de flores. Nada parecía infundirles más confianza que este despliegue de fuerza en unas calles heridas, sin pulso y sin esperanza de recuperarlo pronto.

La ciudad de Túnez, escenario ayer de más tiroteos y saqueos, está militarizada. Sus habitantes, con el miedo en el cuerpo, forman comités de vigilancia para proteger sus bienes. Enfrente tienen a milicianos afines a Ben Ali decididos a vengar su derrota atacando comercios y disparando al azar desde vehículos en marcha. Las columnas de humo de estos pillajes se sucedieron ayer sobre un cielo impoluto.

El poder político, ante esta espiral de caos y violencia, no logra afianzarse. Los herederos del depuesto presidente Ben Ali piden confianza al pueblo mientras no logran aglutinar una mayoría solvente. Tanto el primer ministro Mohamed Ganuchi como el nuevo presidente interino, Foued Mebazaa, han sido estrechos colaboradores de Ben Ali. Los líderes de la oposición que ayer se reunieron con ellos dicen - pero con la boca pequeña para no quemarse-que están dispuestos a participar en un gobierno de unidad que prepare el terreno para unas elecciones legislativas que deben celebrarse, según marca la Constitución, antes de 60 días.

El plazo parece demasiado corto para que la oposición, diezmada por la represión o la sumisión aBen Ali, pueda producir un dirigente capaz de imponer un sistema sociopolítico basado en la democracia y el Estado de derecho. "Los tanques están en la calle - observa el analista Tlili Motkar-,son una buena distracción para la gente, pero todos sabemos que una vez que han salido de los cuarteles es difícil que vuelvan a entrar. Pueden reafirmar el autoritarismo de siempre o ponerse de parte del pueblo que tanto espera de ellos. La decisión sobre el futuro de Túnez es suya".

Túnez sólo ha tenido dos presidentes desde la independencia de Francia, en 1956. Los dos han creado una clase de dos millones de personas. Muchos son funcionarios y policías que les deben el asumir la presidencia por un atajo constitucional que ayer debió desandar. Aun así, sigue siendo el hombre fuerte, encargado de formar el nuevo gobierno. Mebazaa, que ayer prometió pluralismo y democracia, no hará nada sin su aprobación.

La prioridad de ambos es el orden público. Los militares reabrieron el espacio aéreo pero mantuvieron el estado de emergencia y el toque de queda de sol a sol. Muchas tiendas de lujo y propiedades de la familia Ben Ali han sido saqueadas. Frente al escaparate roto de uno de estos comercios, un policía de paisano decía que "algún día, cuando este país se parezca a Iraq, nos acordaremos de Ben Ali". Su pesimismo no lo compartían los tunecinos que llenaban los cafés más allá del centro, aunque nadie podía pronunciar el nombre de un líder salvador.

15-I-11, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia