disminución de la tensión en Túnez

El Banco Central de Túnez desmintió ayer que la ex primera dama Leila Ben Ali se llevara 1,5 toneladas de la reserva de oro, como se afirmó en un primer momento. Al parecer, ahora no falta ni un lingote. Hace 20 años que Túnez tiene 6,8 toneladas de oro. Una y media están en el Banco de Inglaterra en Londres. El resto, en el Banco Central de Túnez.

Las banderas ondearon ayer a media asta en Túnez durante el primero de los tres días de luto por las víctimas de la revolución. Una semana después de la caída del dictador Ben Ali, los tunecinos han tenido, así, su primer acto de reconciliación.

A caballo de la tensión, el cansancio y la emoción, un grupo de policías ha pedido perdón por haber disparado contra las multitudes que, desde el 17 de diciembre, salieron a la calle para pedir mejoras sociales y un cambio de régimen. Uno de estos agentes llegó a quitarse la chaqueta del uniforme y, bañado en lágrimas, se fundió con los cientos de personas concentradas ante la sede del Ministerio del Interior.

La reconciliación está ahora en manos, sobre todo, de la Justicia y, concretamente, de los abogados. Durante más de medio siglo, la Justicia, así como el poder legislativo, no ha sido más que una correa de transmisión de las voluntades de la presidencia. Ahora, por primera vez, el ejecutivo le ha encargado dos comisiones de investigación para pasar cuentas con el pasado. Una debe aclarar los hechos de la revolución, si las víctimas son más de cien, como sostiene la ONU, y quién es responsable de su muerte. La otra se centra en la corrupción, la fuga de bienes, el robo, en definitiva de las riquezas del estado al que se entregó la amplia familia presidencial.

El ministro de Justicia, Lazhar Karvi Chebbi, es un abogado y ayer en el palacio de Justicia sus colegas mostraban su felicidad por el arranque de estas dos comisiones. El abogado Magrun Bahdaker habló en boca de muchos colegas al afirmar que "nos gustaría empezar a juzgar los crímenes de la dictadura en un mes. Sabemos que es apretado pero se debe conseguir. No hay que esperar a las elecciones porque no es necesario cambiar las leyes. El código penal y también el civil son perfectamente válidos, lo que pasa es que antes no se aplicaban."

Las salas del palacio de Justicia veían ayer por la mañana demandas civiles y penales en un ambiente casi festivo. "Por primera vez, el juez me ha tratado con respeto. Me ha escuchado y no ha gritado. Es increíble", manifestó la abogada Hager Barhoumi.

Los abogados, que fueron uno de los puntales contra la dictadura, también han expresado su voluntad de que el Parlamento apruebe cuanto antes la ley de amnistía de los presos políticos y se legalicen todos los partidos.

Un pluralismo político que incluya a los islamistas, sin embargo, no es del agrado de todos. Dos jóvenes abogadas, Dridi Imen y Ben Khemis Wafa, expresaron, en la escalinata del propio palacio de Justicia, su preocupación a una deriva islamista que coarte los derechos de las mujeres. Las dos son musulmanas creyentes y consideran que la religión no debe traspasar la esfera privada de las personas. Al líder islamista Rachid Ganuchi, exiliado en Londres, piensan recibirlo en bikini en el mismo aeropuerto. Desde Facebook han conseguido el apoyo de miles de mujeres.

Mientras Ganuchi se prepara para volver, la policía vigila las fronteras para que no huya nadie del clan Ben Ali, así como ningún antiguo dirigente sospechoso de ser corrupto o criminal. Entre rejas ya hay 33 miembros de la familia presidencial, a los que el estado ha incautado sus bienes.

La calle pide al Gobierno del primer ministro Ganuchi que sea implacable con ellos. "Contra los caciques y los asesinos", rezaba una de las pancartas que ayer llegaron, por primera vez, hasta la Kasbah, sede de la jefatura del Gobierno. Otra decía: "habéis robado la riqueza de la revolución pero no vais a robarnos la revolución; seremos fieles a los mártires". La protesta, dirigida ahora claramente por miembros de la izquierda aún no legalizada, ha dejado de interferir con la vida cotidiana. Túnez casi ha recuperado el pulso.

22-I-11, X. Mas de Xaxàs, lavanguardia