´Control de la expansión´, Quim Monzó

En Chequia utilizan un ingenioso artilugio para saber si son realmente homosexuales las personas que vienen de países en los que la homosexualidad está perseguida y, con ese argumento, piden asilo político. En Irán, por ejemplo, te ahorcan si eres hombre y te gustan los hombres. Si eres mujer y te gustan las mujeres, lo mismo. Der Spiegel explica que, desde 1979, en Irán han muerto cuatro mil personas por ese motivo, de modo que, sabiendo que la policía iraní iba tras ellos, en el 2008 dos iraníes decidieron huir. Se fueron al aeropuerto y cogieron el primer vuelo que pudieron. Como iba a Praga, pues se fueron a Praga. Pidieron asilo y, como prueba de que en su país estaban perseguidos, enseñaron las convocatorias de la policía iraní, que les imputaba "comportamiento amoral". Como para las autoridades checas eso no era prueba suficiente, enviaron a los dos iraníes a un especialista en terapia sexual. El especialista los interrogó y, al no conseguir saber si fingían ser homosexuales o si realmente lo eran, rescató un método que las autoridades comunistas habían desarrollado en los años cincuenta para detectar a los desviacionistas sexuales. El método consiste en aplicar un pletismógrafo al pene del hombre del cual se duda. (Actualmente hay versiones nuevas, para la mujer: en forma de tampón.) Un cable conecta el pletismógrafo peneano a un ordenador que controla y analiza la expansión del miembro. Con el pletismógrafo ya en su lugar, proyectan en una pantalla películas pornográficas. Unas con hombres y otras con mujeres. Como en A clockwork orange pero sin las descargas eléctricas. Afortunadamente para los dos iraníes, sus miembros no entraron en erección al ver las películas protagonizadas por mujeres y sí lo hicieron al ver las protagonizadas por hombres.

Pero ¿y si el examen y el pletismógrafo y los cables los hubiesen deslibinizado y eso les hubiese impedido la erección? ¿Y si hubiesen sido bisexuales y sus miembros se hubiesen expandido por igual ante las imágenes de hombres como ante las de mujeres? La Unión Europea tiene un Departamento de Derechos Fundamentales que ya ha dicho que ese uso del pletismógrafo es una salvajada. Razón de más para reconocerle un mérito indiscutible y para que programas punteros de las televisiones -El juego de tu vida, por ejemplo- jubilen de una vez al manido polígrafo e implanten el pletismógrafo, tanto en su versión masculina como femenina. Y, si retrocedemos a los inicios del género, imaginen lo que hubiésemos disfrutado en los años noventa si Julián Lago, en su La máquina de la verdad,en vez de un ñoño polígrafo hubiese usado un pletismógrafo, sobre todo aquellas dos noches memorables en las que los invitados fueron Alessandro Lecquio y John Wayne Bobbitt, este con su pene recién reinsertado después de que su señora esposa se lo rebanase.

27-I-11, Quim Monzó, lavanguardia