el ejército, factor diferencial entre Túnez y Egipto

"Instamos a las autoridades egipcias a no impedir las protestas pacíficas, ni bloquear las comunicaciones en las redes sociales", advirtió Hillary Clinton. "Creemos firmemente que el Gobierno egipcio tiene una importante oportunidad en este momento de llevar a cabo reformas políticas, económicas y sociales para responder a las necesidades legítimas e intereses de los egipcios", agregó la secretaria de Estado norteamericana. Son los comentarios hasta ahora más duros de Washington contra el régimen de Mubarak, tradicional aliado de EE.UU. Previamente, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, subrayó que Egipto "sigue siendo un importante aliado". Y agregó: "Apoyamos los derechos universales de reunión y expresión... Subrayamos a todos los implicados que estas expresiones deberían estar libres de violencia".

El régimen les había prohibido salir a la calle, pero ellos salieron. Salieron y se enfrentaron ayer por segundo día consecutivo con las fuerzas de seguridad lanzándoles piedras y quemando neumáticos en distintos puntos de El Cairo, y en Suez incendiaron un edificio gubernamental.

Los agentes de Hosni Mubarak, en el poder desde 1981, fueron implacables: gases lacrimógenos, porras, perros y disparos al aire. Al cierre de esta edición, la batalla continuaba.

"El pueblo quiere echar abajo el régimen", clamaban los manifestantes. El mismo grito de guerra que hace dos semanas derrocó al dictador Ben Ali en Túnez. Y los mismos protagonistas: los jóvenes sin horizonte.

Las fuerzas de seguridad, que dispersaron a los manifestantes del centro la madrugada del martes, tenían tomada la ciudad desde primera hora de la mañana. El Ministerio del Interior advirtió que "no toleraría ninguna provocación, protesta, marcha o manifestación". La policía - algunos con uniforme y muchos de paisano-patrullaba la céntrica plaza Tahrir, escenario de la concentración del martes y donde, de nuevo a través de las redes sociales en internet, se había convocado un segundo día de protesta. Cualquier sospechoso era interrogado, cacheado, detenido. Varios líderes activistas fueron arrestados en sus casas antes de que pudieran pisar la calle. A primera hora de la tarde hubo una redada en el sindicato de periodistas y se llevaron a varias personas. La cifra oficial de detenidos es 500.

El clima asfixiante no amedrentó a los activistas. Al caer la noche, El Cairo comenzó a hervir. Con la plaza Tahrir sellada, las protestas comenzaron a surgir espontáneamente por las calles. Grupos de jóvenes aparecían de la nada, y puño en alto comenzaban a gritar contra el dictador hasta que aparecían los antidisturbios. Gases lacrimógenos, palizas y balazos, hasta que el grupo se dispersaba... Pero ya se oían gritos en otro punto.

Con la bolsa cayendo en picado, el chiste del día en El Cairo era: "¿A ti ya te han vacunado de la gripe tunecina?". Porque ayer se desvanecieron las dudas: el virus de la revolución magrebí ha infectado al Egipto de Mubarak, que nunca se había enfrentado a un pulso tan duro en sus treinta años en el poder.

El cóctel egipcio tiene los mismos ingredientes que Túnez: salarios paupérrimos, alto desempleo, subida de los precios, corrupción y elecciones farsa. A pesar de que teóricamente Egipto tiene desde el 2005 elecciones multipartidistas, en los últimos comicios legislativos, en diciembre, los partidos de la oposición ni siquiera lograron entrar en el Parlamento: la participación seguramente no superó el 20%. Y el panorama para las elecciones presidenciales, el próximo septiembre, todavía es más funesto. Con 82 años y delicada salud, se especula con que Mubarak renuncie a un quinto mandato a favor de su hijo Gamal.

"Esto es una república, no un reino", decía Mahmud, de 31 años. Padre de dos hijos y con un trabajo gubernamental, no se ha atrevido a participar en las protestas por miedo a las represalias si es detenido. Pero lo tiene claro: "Esto es el comienzo del fin del régimen - dice-.Egipto nunca ha tenido un gobierno emanado del pueblo. Ya es hora, ¡estamos en el 2011!". Como tantos egipcios de su generación, Mahmud nunca ha votado. "¿Por quién? No confío en nadie", dice. También aquí, como en Túnez, los jóvenes veinteañeros del Twitter y de Facebook son el motor de la revuelta. "Pertenecen a una nueva generación que siente que todo su futuro está siendo destruido por esta dictadura. Y después de cinco años de promesas y de buenas promesas por parte del gobierno, ya no pueden esperar más", dice Salama Ahmed Salama, reputado periodista y articulista, ya jubilado, de 78 años.

"Lo que está ocurriendo no tiene precedentes", afirma el veterano Salama. No se refiere sólo a la virulencia de las protestas. "Por primera vez estamos ante una revuelta surgida y organizada directamente por el pueblo, sin que haya participado ningún partido".

"En Egipto las protestas suelen estar siempre muy politizadas - dice Marianne Ibrahim, una activista de 30 años, copta-.Pero lo de ahora es distinto. La gente no corea eslóganes partidistas, sino que canta el himno de Egipto. Y no somos los de siempre, sino gente que nunca antes se le había ocurrido salir a la calle", dice.

Los partidos opositores, muy desacreditados ante la opinión pública ya sea por sus vínculos con el régimen como por su ineficacia al combatirlo, se han mantenido al margen. Aunque en la concentración del martes había miembros de los Hermanos Musulmanes (islamistas) o del Wafd (izquierda), estos habían acudido a nivel personal. Muchos activistas reivindican la base popular del movimiento y alertan del peligro de que los partidos intenten apropiarse de él. Entrada la noche, comenzaron a oírse por primera vez en El Cairo gritos de "Alahu Akbar" (Dios es el más grande), una señal de que los Hermanos Musulmanes podrían haberse unido a las protestas.

Pese a las similitudes, y a la evidente inspiración que los opositores egipcios han obtenido del caso tunecino, los analistas subrayan las diferencias entre ambos. El ejército, uno de los factores que precipitó la caída de Ben Ali en Túnez, mantiene un estatus privilegiado con Mubarak y parece improbable que se gire en su contra. La prensa egipcia tiene - aunque estrecho-un cierto margen para criticar a Mubarak pero el ejército es intocable.

27-I-11, G. Saura, lavanguardia