continúa la tensión en Jordania y Yemen

Si el rey Abdalah II buscaba el apoyo de la oposición cuando anteayer cambió de primer ministro, no lo ha conseguido. Los Hermanos Musulmanes no creen que el jefe de Gobierno Maruf Bajit sea la persona adecuada para transformar las reglas del juego democrático y superar la crisis económica culpable del alto desempleo. Bajit es un general en la reserva, experto en cuestiones de seguridad y de inteligencia. Jordania ha de lidiar con una deuda externa de 15.000 millones de dólares y una inflación que ha pasado del 1,5% al 6,1% en diciembre. El desempleo afecta al 12% de la población y uno de cada cuatro jordanos vive bajo el umbral de la pobreza. Bajit defiende una fuerte alianza con Israel y EE. UU., en contra de la izquierda y los islamistas.

Yemen es lo más parecido a un Estado fallido que hay en Oriente Medio. El presidente Ali Abdalah Saleh, después de 30 años en el poder, es responsable de este fracaso, que ha condenado a un 40% de la población a vivir con menos de dos dólares al mes y a un 30% a estar permanentemente mal nutrido.

Presionado por la oposición islamista, que ha sacado a la calle a miles de personas, Saleh anunció ayer que no se presentará a la reelección en el 2013. Sin embargo, esta oposición, articulada en torno al partido Islah, formado por los salafistas, los Hermanos Musulmanes y diversos jefes tribales, no le cree. La de ayer fue la tercera vez que promete irse.

Ni siquiera su llamamiento a un gobierno de unidad nacional calmó a sus detractores, que mantienen para hoy la convocatoria de otra marcha de protesta en Saná. Islah exige a Saleh que aplique el acuerdo de febrero del 2009, cerrado bajo el auspicio de la Unión Europea, para la convocatoria de unas elecciones libres y limpias. Estos comicios, previstos para abril, han sido retrasados hasta que se modifique la ley electoral.

Saleh afronta dos problemas muy graves para su supervivencia: se ha quedado sin dinero y ha agotado su credibilidad.

Los ingresos del petróleo le han permitido hasta ahora comprar el apoyo de los jefes tribales y mantener a raya a la oposición, pero la crisis es tan grave y las importaciones de alimentos tan caras que el Gobierno se ha quedado sin liquidez.

Nadie cree, por tanto, que vaya a cumplir las promesas realizadas tras la caída de Ben Ali en Túnez: rebaja del impuesto de la renta, control de precios y aumento del salario de funcionarios y pensionistas en unos 40 euros mensuales.

Saleh, un gran aliado de Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda, apenas controla la capital, Saná, y sus alrededores. El grueso del territorio está en manos de los jefes locales. El sur, anexionado en 1990, mantiene vivas sus ansias de secesión. Al Qaeda ha enraizado en varios feudos tribales. Autorizar los ataques preventivos de Estados Unidos contra las bases de Al Qaeda, en los que han muerto decenas de civiles, ha destruido gran parte de la reputación de Saleh.

Yemen es uno de los diez países más corruptos del mundo, el paro supera el 35% y la explosión demográfica ha rebajado la edad media de los 23,4 millones de habitantes a los 17,8 años. El petróleo, su principal fuente de ingresos, se agotará en unos 40 años y Saná será, en el 2025, la primera capital del mundo que se quedará sin agua.

Aun así, a pesar de este escenario catastrófico, Saleh no lo tiene todo perdido. De momento, y a diferencia de lo ocurrido en Túnez y Egipto, las manifestaciones en Saná no son espontáneas, sino promovidas por Islah.

Saleh convocó ayer una sesión extraordinaria del Parlamento para anunciar su retirada y asegurar que su hijo tampoco heredará el poder, como se había previsto. "No a la extensión del mandato, no a la herencia, no a poner el reloj a cero", aseguró a los parlamentarios, según un teletipo de Reuters.

Su intención era desactivar el día de la ira,que hoy puede desbordar la plaza Tahrir de Saná, pero no lo consiguió. Advirtió contra el peligro del "caos y la destrucción" y autorizó a la ciudadanía a "defender sus bienes y su dignidad".

Las manifestaciones han sido, hasta ahora, pacíficas. Muchas se han iniciado en la universidad, promovidas por la activista Tawakul Karman, afiliada a Islah. Los estudiantes han desplegado carteles del Che Guevara y han coreado lemas contra el nepotismo, la corrupción, la pobreza endémica y la falta de empleo.

Nada garantiza que en un país tan inestable y fragmentado, con millones de armas en poder de milicias tribales y tantos intereses cruzados, la violencia no pueda desatarse en cualquier momento. No está claro, tampoco, con qué base social cuenta la oposición islamista. A la calle ha sacado a unas 11.000 personas. El observador Gregory Johnsen opina que el verdadero problema para Saleh será cuando 11.000 yemeníes salgan a manifestarse sin el paraguas de la oposición. Hoy puede ser el día.

3-II-11, X. Mas de Xaxàs, lavanguardia

El rey Abdalah II de Jordania hizo ayer un ejercicio de autocrítica al recibir a una delegación del Frente de Acción Islámica (FAI), brazo político de los Hermanos Musulmanes. En un país dominado por la élite militar y los caudillos tribales, las clases medias urbanas nunca han conseguido la representación parlamentaria a la que han aspirado.

Abdalah II reconoció a los islamistas que faltan reformas, tanto en el plano político como social, y que las realizadas hasta ahora han sido lentas. Esta lentitud, añadió, "ha hecho perder numerosas oportunidades a la nación para progresar".

La presión de la opinión pública ha puesto a la monarquía en una situación muy delicada y el monarca, viendo la suerte que han corrido Ben Ali en Túnez y Mubarak en Egipto, ha pedido "una oportunidad real para realizar las reformas globales que permitirán a Jordania convertirse en un ejemplo de seguridad y estabilidad."

Los islamistas salieron contentos de la audiencia real. Zaki Bani Rasheid, miembro del comité ejecutivo del FAI, manifestó que la actitud del rey había sido positiva, aunque pidió tiempo para evaluar las reformas en marcha.

El FAI, para alivio de Abdalah II, no pide un cambio de régimen, sino reformas políticas. La principal es una modificación de la ley electoral para reducir el peso de las zonas rurales, poco pobladas y dominadas por jeques afines a la monarquía, y aumentar el de las zonas urbanas, sobre todo de Ammán, donde vive una clase media bien formada.

Es con este fin que el FAI ha convocado una concentración para hoy en la capital, la última de una serie de protestas que han forzado a Abdalah II a ponerse el mono de faena y reformar lo que, hasta ahora, no había visto la necesidad de reformar.

El martes, ante la incesante petición de la calle, el rey despidió a su primer ministro. Lo sustituyó por Maruf Bajit, un experto en seguridad, que ya ocupó la jefatura de Gobierno en 1995, cuando fue necesario hacer frente al terrorismo de inspiración islámica. El FAI, como era de esperar, criticó la elección.

El rey, de momento, lo mantiene en el poder, pero estos días ha intensificado los contactos con los sindicalistas, así como con antiguos dirigentes, para evaluar la situación real del país. Con discreción, Abdalah II ha visitado las zonas más conflictivas. Está por ver si será capaz de transmitir estas enseñanzas al nuevo gobierno de Bajit.

De momento, el Centro Nacional de los Derechos Humanos criticó ayer la debilidad de las reformas sociales, políticas y económicas introducidas hasta ahora. Opina que "son una grave amenaza para la sociedad y la unidad nacional" y que las reformas sólo tendrán sentido cuando se "refuercen las libertades públicas y de expresión que permitan a la ciudadanía tomar parte en las decisiones". Esta será, sin duda, una de las peticiones que hoy se oirán en Ammán.

4-II-11, agcs, lavanguardia

"Estamos reunidos para hacer caer al régimen... La revuelta por la justicia empezó en Túnez, sigue en Egipto, y mañana Yemen se librará de la injusticia", alentaba ayer a las masas Najib Ghanem, del islamista Islah - Salafistas y Hermanos Musulmanes-,el partido eje de la oposición.

Era la celebración del día de la ira. Pese a la invitación del presidente Ali Abdalah Saleh a la oposición a desconvocar la acción prevista para ayer y retomar el diálogo para formar un gobierno de unidad nacional, decenas de miles de personas protagonizaron la mayor manifestación contra Saleh, que lleva 32 años en el poder. Avanzaron pacíficamente por tres avenidas cercanas a la Universidad de Saná, dispuestos a lograr cambios y haciendo caso omiso de las promesas de Saleh de abandonar el cargo en las elecciones del 2013 y de que no lo pasará en herencia a su hijo.

Como en Túnez y Egipto, quieren que se vaya. "No a un régimen hereditario. No a una prolongación del mandato", coreaban hasta enronquecer entusiasmados y en un ambiente festivo.

Simultáneamente, el partido en el poder, el Congreso General Popular (CGP), organizó una contramanifestación en la plaza Tahrir (Liberación), donde, como en El Cairo, suelen desfilar los contestatarios. El número de participantes fue similar al del acto opositor. Gritaron lemas de apoyo a Saleh como: "Por nuestra sangre, por nuestra alma, nos sacrificaremos por Yemen" o "No a la destrucción. No a la sedición".

No se registró ningún incidente serio en las dos manifestaciones, ni entre unos participantes y sus adversarios. Terminaron en calma a primeras horas de la tarde, a la hora de tomar el qat, una hoja euforizante cuyo consumo marca la cotidianidad de los yemeníes. El desarrollo del acto de los fieles a Saleh podría relativizar el éxito de la oposición.

Mientras la ciudadanía ocupaba las calles en acciones de signo opuesto, Robert Gibbs, el portavoz de Barack Obama, informó de que el día anterior el presidente había hablado con su homólogo yemení, hasta ahora un gran aliado de Estados Unidos, sin desvelar el contenido de la conversación.

4-II-11, agcs/red, lavanguardia