los partidos de ´oposición´, desfasados y sobrepasados

La reforma del sistema político, social y económico de la república argelina - una urgencia que parece aceptar el propio presidente Buteflika-está desde ayer un poco más cerca de conseguirse por la vía de la negociación que de la confrontación en la calle. Y no por méritos del Gobierno, devorado por una burocracia que lo paraliza, sino por la profunda discrepancia entre las fuerzas de la oposición.

Hay partidos de esta oposición - socialistas, comunistas e islamistas-que nunca han creído en las movilizaciones y no han estado en las de los dos últimos sábados. Los que sí han estado lo han hecho bajo el paraguas de la Coordinadora Nacional por la Democracia y el Cambio (CNDC), plataforma que se creó el pasado 21 de enero y que ayer sufrió un duro revés. Reunidos en un local sindical del barrio obrero de El Beida, sus miembros no se pusieron de acuerdo. No llegaron a insultarse, como sí pasó en la reunión de la semana pasada, pero partieron peras. La corriente liderada por la Liga Argelina de Derechos Humanos considera que no vale la pena convocar más manifestaciones a la vista de la escasa presencia de ciudadanos y el amplio despliegue policial que las aplasta en el mismo origen. Esta dificultad no amilana, sin embargo, a la corriente de la CNCD dominada por la Agrupación Constitucional Democrática (RCD), que mantiene la convocatoria para el próximo sábado. Al frente intentará volver a situarse Ali Yahia Abdenur, líder histórico de los derechos humanos enfrentado, desde ayer, a la propia Liga.

La reunión fue tumultuosa y a la salida Fadhila Chitur-Bumendjel, otra figura histórica de la lucha política, además de feminista de primera hora, manifestó que "lo más adecuado es pedir reformas progresivas por la vía pacífica". Tiene muy claro que "el régimen es un mal absoluto" y que las fuerzas policiales han creado una "seguritocracia" que atenaza a la sociedad. Asimismo, cree que el régimen, muy debilitado, dilapida las rentas petroleras comprando una paz social que será efímera si no se acometen profundas reformas estructurales. No cree que el Gobierno sea capaz de regenerarse, pero tampoco considera que una oposición frontal, con riesgo de violencia callejera, sea la solución. "La solución pasa por un sistema multipartidista que permita consolidar a líderes alternativos". El estado de emergencia, en vigor desde 1992, ha dejado a la oposición sin ningún dirigente popular.

Buteflika - que esta misma semana podría levantar el estado de emergencia-debe actuar rápido si no quiere que el descontento social adquiera tintes políticos. Ahora hace frente a huelgas de secretarios de juzgados, enfermeras, funcionarios y estudiantes universitarios.

23-II-11, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia