´Aniversario del 23F´, José Antich

De aquel 23-F de 1981 al 23-F del 2011 han cambiado muchas cosas. El mundo está lleno de muchas más incertidumbres; todo sucede mucho más deprisa, como estamos viendo en diferentes países africanos; y algunas carpetas que entonces preocupaban mucho, como el comportamiento de los militares con la joven democracia española, han desaparecido totalmente, y en cambio otras que entonces sólo se adivinaban están en plena ebullición, como la de las autonomías. Persiste, en cambio, este cainismo que a España le ha hecho tanto daño y esa ansia por el poder aun a costa de destrozar al precio que sea al adversario político. El ayer recordado Adolfo Suárez es un buen ejemplo de una presidencia deslegitimada hasta cotas que hoy nos hacen sonrojar y que llevaron a derecha e izquierda a coquetear con lo que acabaría siendo el golpe de Estado. Claro está que esto es incómodo de recordar, pero detrás de la chapuza golpista que nos avergonzó como país hubo el aliento a un clima que no se asentaba precisamente en valores democráticos. Adolfo Suárez, con sus errores, algunos de bulto, fue una víctima, y es bueno que ayer el presidente del Congreso, José Bono, alzara su voz para reprochar las críticas inmisericordes que recibió el ex presidente. Hace 30 años, la democracia española salvó su momento más delicado, y sólo el paso del tiempo ha hecho aflorar la complejidad de una situación que sigue siendo aún hoy motivo más que justificado del trabajo de historiadores, novelistas e investigadores. Viendo en el Congreso a unos y a otros recordando lo que se salvó aquel día, uno incluso desearía que jornadas como la de ayer sirvieran de reflexión sobre lo que aún se puede acabar perdiendo si las cosas no se hacen bien.

24-II-11, José Antich, lavanguardia