´La anarquía que viene´, Enric Juliana

El periodista norteamericano Robert D. Kaplan publicó en 1994 un libro que conviene tener a mano estos días. Se titula La anarquía que viene (Ediciones B, 2000) y contiene un riguroso catálogo de los desajustes del mundo después de la implosión del bloque soviético. Kaplan es un experto en política internacional que ha colaborado con las principales publicaciones periódicas de Estados Unidos. Es un férreo realista. Aguda capacidad de observación sobre el terreno (autor de dos libros excelentes sobre los Balcanes y el Asia Central), buenos conocimientos de historia, economía y geografía, hábil manejo de las tablas demográficas, y pocos apriorismos ideológicos en la mochila.

Kaplan es el anti-Fukuyama. Lejos de predecir el fin de la historia, afirma a principios de los noventa que la victoria de Estados Unidos sobre el comunismo soviético supone la aceleración del mundo en dirección a la anarquía. Un mundo sin contradicción principal queda en las nerviosas manos de las contradicciones secundarias: 1) grupos terroristas de estructura difusa dispuestos a realizar atentados a gran escala; 2) países fuera de control que intentarán poseer el arma nuclear para chantajear el nuevo orden; 3) práctica desaparición del Estado en algunas zonas del planeta (como ya ha ocurrido en Somalia); 4) dislocación de algunas de las viejas unidades nacionales (Kaplan incluso alerta del riesgo de ruptura en Estados Unidos) y 5) estallido masculino en el norte de África.

Kaplan exhibe en este último punto un gélido fatalismo. Las tablas demográficas hablan solas: más de la mitad de la población de la media luna africana tendrá durante bastante tiempo menos de treinta años. Y en esa edad los hombres sin trabajo y sin perspectivas no pueden reprimir la rabia. El norte de África -concluye- es un polvorín que estallará.

Ese momento ha llegado, con una doble espoleta: el relato del mundo que emiten las televisiones vía satélite con sede en el riquísimo Golfo y las nuevas posibilidades de comunicación horizontal que ofrecen las denominadas redes sociales. Cuando La anarquía que viene se publicó en Estados Unidos, la cadena Al Yazira aún no había sido fundada en el emirato de Qatar y la primera página web de internet sólo tenía cuatro años.

El gélido Kaplan es un sano contrapunto a los efluvios de algunos sabios prohombres de la generación del 68 -generación eternamente adolescente-, que ya sueñan con una revolución mundial encadenada por las redes sociales. Que Dios les conserve la vista. No hay que ser demasiado perspicaz para entrever que en Libia no se va a implantar -ni ahora, ni nunca- la República Democrática de Facebook. Ni en Egipto, ni en Túnez, ni en Marruecos... La lucha por el control de la mayor bolsa de petróleo del Mediterráneo apenas ha comenzado y promete ser atroz.

El mejor ejercicio que un adulto puede hacer estos días es abrir serenamente el atlas por la página de Europa. Abajo, el brasero norteafricano; arriba, Carolingia, el Directorio Europeo y la disciplina germánica; y en el centro, yendo hacia el sur, la Península Ibérica y la Marca Hispánica. Hay que abrir el atlas y recitar, en voz alta, la pregunta hoy más pertinente: ¿Dónde estamos?

25-II-11, Enric Juliana, lavanguardia