mala deriva en el país de la ´bomba nuclear islámica´

+ Pakistán, el país de la bomba nuclear islámica

El totalitarismo islamista se cobró ayer una nueva pieza con el asesinato del Ministro de Minorías pakistaní, Shahbaz Bhatti, abatido a tiros.

Era el único cristiano en el Gabinete y se había significado por apoyar una reforma de la draconiana ley antiblasfemia, en cuyo nombre ha sido condenada a muerte la también cristiana Asia Bibi. Bhatti se convierte así en la segunda autoridad del PPP -tras el gobernador del Punyab, Salman Tasir- que cae bajo las balas después de pedir la amnistía para esta madre de cuatro hijos.

El política católico vivía sin guardaespaldas por decisión propia, pese a saberse objetivo número uno, aunque había solicitado en vano un coche blindado... Tres o cuatro hombres lo sacaron del coche y lo acribillaron con un fusil ametrallador,... A pesar de que Islamabad es una ciudad fortificada lograron escabullirse, no sin antes arrojar panfletos del movimiento talibán en los que prometían "el mismo castigo para todos los blasfemos".


Abdul Qadeer Khan, el paquistaní creador de la bomba atómica islámica
y exportador de su tecnología a Irán, Libia y Corea del Norte.
Condenado y perdonado en Pakistán, donde es un héroe.

El analista Ahmed Rashid, de paso por Esade y en declaraciones a La Vanguardia, considera que este crimen y la huída del comando talibán evidencian, una vez más, "la poca determinación de los militares y del Gobierno para hacer frente a los extremistas, grupos que ellos mismos crearon para luchar contra India y en Afganistán, y que ahora, como un Frankenstein, se vuelven en su contra. Hasta que no decidan combatirlos la inestabilidad de Pakistán seguirá agravandose".

Pakistán cuenta con la ley antiblasfemia más retrógrada del mundo musulmán, ya que castiga con pena de muerte a cualquier acusado de de ofender a Mahoma y a cadena perpetua a quien profane el Corán. En la práctica supone una forma de intimidación y chantaje permanente a las minorías religiosas. Los musulmanes la utilizan para dirimir rencillas o disputas de tierras con cristianos. Ante cualquier denuncia, son legión los mulás que pronuncian fetuas que son una auténtica incitación al crimen. Tal fue lo que acurrió con Bhatti.

Decenas de miles de hombres se manifestaron el pasado enero en Karachi y Lahore contra la derogación de la ley. Mientras que la familia del ministro Tasir no encontró abogado, su asesino era recibido con pétalos de rosa en Islamabad por decenas de letrados que hacían cola para defenderlo.

Aunque nadie ha sido ejecutado en aploicación de la ley, más de 30 personas han perecido por su causa. Jueces, reos o familiares han sido asesinados por los propios carceleros o fanáticos religiosos. De ahí que Asia Bibi -entera pese al infortunio- cocine su propia comida en la cárcel para evitar el envenenamiento...

El Gobierno se ha comprometido a bloquear los sitios de internet que difundan contenidos antimusulmanes, calificación que en alguna ocasión ha sido aplicada hasta a facebook.

El primer ministro, Raza Gilani, no pierde ocasión de apaciguar a los extremistas, con mensajes de ´conciliación´ y de armonización de las leyes con el islam.

Otro objetivo prioritario de los terroristas es la ex Ministra de Información, Sherry Rehman, que cuenta con seguridad privada en su encierro dorado de Karachi. El mes pasado intentó modificar la ley antiblasfemia, pero acabó renunciando por la negativa de su partido a tocarla.

Los cristianos, menos del 2% de la población, son la minoría más pobre del Pakistán -barrendero es su profesión tipica- y en privado confiesan que en el trabajo son los primeros a la hora de los despidos y los últimos a la hora de las promociones...

Este último crimen pone de manifiesto que el sectarismo religioso más sanguinario vuelve a hacer mella en ciudades pakistaníes donde parecía cosa del pasado, como Lahore, o donde era algo nunca visto, como Islamabad. Y multiplica las sospechas sobre una creciente colaboración entre los talibanes tribales y jóvenes urbanos radicalizados en grupúsculos sectarios como Lashkar-e-Janghvi o Jaish-e-Mohammed.

3-III-11, J.J. Baños, lavanguardia

El ministro de minorías de Pakistán, Shahbaz Bhatti, el único ministro cristiano, sabía que podía ser asesinado en cualquier momento. "Soy objetivo número uno de los talibanes por (querer cambiar) la ley de la blasfemia. Recibo todo tipo de amenazas, pero estoy comprometido con la causa. Sé que pueden matarme", había asegurado por teléfono a EL PAÍS hace apenas un par de semanas. Esta mañana, ha sido asesinado por varios hombres armados que interceptaron el coche en que apenas había dejado su casa en Islamabad en camino a una reunión de ministros en compañía de su sobrina. Ocho tiros alcanzaron el cuerpo de Bhatti, según los reportes de la policía. El ministro fue llevado en el mismo coche a un hospital cercano, donde llegó muerto. Los atacantes lograron huir.

En el lugar del crimen se encontraron panfletos a favor de la ley de la blasfemia firmados por grupos afines a Tehrrek-e-Taliban (o Pakistani Taliban), por lo que su muerte ha sido inmediatamente relacionada con su lucha contra esta ley. "La ley de la blasfemia debe ser cambiada porque los extremistas la están usando como un arma de victimización", dijo a este diario. Bhatti aseguraba que era amenazado constantemente por cartas, por llamadas telefónicas y que incluso tenía cinco fetuas en su contra.

La ley de la blasfemia fue impuesta en Pakistán junto a una serie de medidas de islamizar el Estado impuestas por el dictador militar Zia ul-Haq en los ochenta y ha saltado al debate tras de que en noviembre pasado fuera condenada la cristiana Asia Bibi a la horca.

Bhatti era el principal protector de Asia Bibi, aseguró a este diario que apoyaba económicamente a la familia de la mujer, que huye de los extremistas. "En mi opinión Bibi es inocente y se trata de un caso de problemas religiosos y personales". Otros activistas defienden que esta ley es mal utilizada para venganzas y especialmente contra las minorías, que son los objetivos más débiles. Hace dos meses, el 4 de enero pasado, fue asesinado también el gobernador del Punjab, Salman Taseer, por su propio guardaespaldas que lo acusó de blasfemo por calificar a la ley como "negra".

Al momento del asesinato, Bhatti no tenía los dos vehículos escolta que en teoría debían acompañarle todo el tiempo por estar bajo amenazas. Según la policía estos escoltas habían sido ordenados esta mañana a esperar por él en su oficina. Tras el asesinato, el primer minstro Yusuf Raza Gilani se apresuró al hospital donde Bhatti fue llevado.

"Es una situación de gran terror para todo Pakistán. La gente en el Gobierno que quiere cambiar la ley de la blasfemia está siendo asesinada", asegura el representante para Pakistán de Human Rights Watch, Ali Dayan Hasan. Según esta organización "El asesinato de Bhatti es un grave retraso por la lucha por la tolerancia, pluralismo y respeto de los derechos humanos en el país".

Como otros activistas y organizaciones pro derechos humanos piden que se atrapen y juzguen a los asesinos y a los que incitan a la violencia y que se asegure la protección para otros que hablan a favor de cambiar la ley están también amenazados por los extremistas, como la parlamentaria Sherry Rehman.

2-III-11, A.G. Rojas, lavanguardia