´Dimitir´, lavanguardia

Dimitir: hacer dejación de algo, como por ejemplo un empleo. Así define el diccionario esta voz. Dimitir: he aquí un verbo fácil de definir pero difícil de conjugar. Al menos en España, donde se articula con poca frecuencia la frase "yo dimito". No en todas partes es igual. En días recientes hemos sabido de un rosario de dimisiones. Valgan dos casos. El ministro de Defensa alemán Karl Theodor zu Guttenberg dimitió después de difundirse que plagió parte de su tesis doctoral. ¿Le incapacitaba ese error para su actual cometido? No está probado que así fuera. Pero tras saberse de su juvenil trampa, resultaba algo más difícil confiar en él. El ministro así lo admitió y renunció al cargo. Howard Davies, director de la London School of Economics (LSE), dejó su puesto después de conocerse que su institución había recibido ayudas de los Gadafi. ¿Disminuían aquellas viejas relaciones con la familia del mandatario libio la capacidad académica de Davies al frente de la LSE? Quizás no. Pero algo en su historial no revestía ya el decoro debido a la institución. El decoro. ¿Recuerdan todos los cargos públicos españoles lo que es el decoro, la puridad, la honradez, el recato? No todos. Y algunos lo ignoran por completo. Oeso parece. Aquí, muchos estiman que si no hay imputación o, mejor, condena judicial, nada obliga a abandonar el cargo. Como si para mantenerlo no fuera más relevante la tranquilidad de la propia conciencia que la firmeza de una sanción judicial.

9-III-11, lavanguardia