primer diálogo cara a cara entre Kosovo y Serbia

El Gobierno serbio se sentó ayer por primera vez cara a cara con los representantes de un Estado cuya legitimidad no reconoce, Kosovo, la provincia de la extinta Yugoslavia que proclamó su independencia hace ahora tres años.

La primera ronda de conversaciones, celebrada en Bruselas bajo los auspicios de la Unión Europea y con Estados Unidos como invitado, continuará hoy. No tienen por objetivo pronunciarse sobre el estatus legal de Kosovo sino cooperar para normalizar la situación y hacer más fácil la vida diaria de sus ciudadanos.

No son pocos los problemas a los que se enfrentan como consecuencia de la disputa. Por ejemplo, los kosovares que quieren viajar a Europa deben hacerlo vía Albania o Montenegro, ya que Serbia no admite sus pasaportes. De hecho, tampoco pueden utilizar sus vehículos en territorio serbio, porque Belgrado no reconoce sus matrículas. De la misma forma, Pristina rechaza las placas expedidas en el norte de Kosovo por organismos paralelos proserbios fieles a Belgrado.

El tránsito de mercancías tampoco se ha normalizado: Serbia no permite la entrada de bienes de Kosovo, aunque su ex provincia - por necesidad-no pone trabas a los productos serbios. Además, Kosovo quiere bloquear la señal de tres empresas serbias de telefonía móvil que obtuvieron su licencia de Belgrado, que protesta porque así se dejaría sin línea directa con el otro lado de la frontera a miles de personas. El código telefónico serbio es uno de los tres que se usa para llamar a Kosovo; el país ha llegado a acuerdos con Mónaco y Eslovenia para usar sus códigos internacionales en las líneas móviles y mantiene el serbio para las fijas, minoritarias.

Hay más ejemplos de problemas prácticos derivados de una división no deseada por las dos partes. Cuando la comunidad internacional asumió el control de Kosovo en 1999, los serbios se llevaron consigo los registros civiles y datos del catastro, por lo que los conflictos sobre la propiedad de tierras y casas resultan muy difíciles de solucionar.

La UE, que ha presionado a las partes desde septiembre para que se sentaran a negociar, pretende que serbios y kosovares celebren dos reuniones al mes para crear una auténtica dinámica de diálogo. Kosovo envió a su viceprimera ministra, Edita Tahiri, que según la versión oficial perdió su vuelo a Bruselas e hizo esperar al representante del Gobierno serbio, Borko Stefanovic.

La reciente denuncia del Consejo de Europa sobre la existencia de una red de tráfico de órganos controlada desde Kosovo y nutrida de presos serbios ha añadido tensión a la cita diplomática. El Gobierno serbio considera "un imperativo moral" que el asunto se investigue a fondo y ha pedido a la ONU que actúe.

9-III-11, B. Navarro, lavanguardia