´Referéndum, España y Egipto´, Eulàlia Solé

Con toda su importancia, el referéndum de la transición en Egipto ha transcurrido entre la vorágine de noticias sobre la central nuclear de Fukushima y la guerra de Libia. El pasado día 19, el 77,2% de los votantes dijo sí a unas reformas constitucionales mínimas, alejadas de los cambios radicales que ambicionaban los manifestantes de la plaza Tahrir. Proceso y resultado que nos retrotrae al referéndum sobre la Reforma Política celebrado en España en 1976.

Era el mes de noviembre, y aquel referéndum fijó el contenido de la transición. La pregunta era: "¿Aprueba el proyecto de ley para la Reforma Política?". También aquí ganaron los poderes establecidos y perdieron los que deseaban un cambio más profundo. Durante años, la oposición en el exilio tenía como objetivo la ruptura total respecto del aparato franquista, pero el resultado del referéndum hundió sus aspiraciones. ¿Ignorancia o posibilismo por parte de los votantes? ¿Superioridad propagandística del régimen?

Tanto socialistas como comunistas denunciaban que un referéndum sin libertades equivalía a un referéndum franquista. Así era por cuanto los partidos de la oposición y los sindicatos estaban prohibidos, los medios de comunicación se hallaban al servicio del Gobierno y la abstención propugnada por los rupturistas era ilegal. Sólo tres - sí, no y voto en blanco-eran las opciones legítimas para dirimir un proyecto de reforma que se resumiría en democracia parlamentaria, legitimación de la monarquía y plena adscripción a la economía de mercado. Todo ello contando con las fuerzas armadas como guardianas del orden, un orden que continuaba siendo franquista. El ejército como garante de los cambios, a semejanza de Egipto.

Sólo los ultras pedían el no, mientras que los rupturistas defendían la abstención con una campaña que fue una gota de agua en el océano de la propaganda oficial. Si bien el presupuesto inicial era de 200 millones de pesetas, el referéndum costó 1.200 millones. El día anterior a la votación, Suárez habló por Televisión Española y, al día siguiente, el sí alcanzó el 94,2%, quedando sancionado que muchas de las instituciones franquistas siguieran incólumes. La contestataria abstención fue del 22,6%.

Tanto los egipcios de la plaza Tahrir como la oposición española antifranquista tenían otras aspiraciones, pero la realidad suele estar a favor del poder. 

25-III-11, Eulàlia Solé, socióloga y escritora, lavanguardia