´Quemar escuelas´, Valentí Puig

El presidente Hamid Karzai pidió ayer a los talibanes que dejen de quemar colegios. "No demuestran valentía; si quieren que los extranjeros se vayan. tienen que dejar estudiar a nuestros chavales", dijo. Karzai, que visitó un centro de educación secundaria masculina en Kabul en el Día de la Educación, exigió "no quemar las escuelas de vuestros hijos e hijas". En el país hay 4,5 millones de niños sin escolarizar y 450 escuelas cerraron en el 2010 por la inseguridad. 24-III-11, reuters, lavanguardia

El fanatismo y la barbarie se alían para destruir en un instante lo que el imperio de la ley y la civilización pueden tardar siglos en reconstruir. La aristocracia bárbara de los talibanes lleva la guerra en la sangre, el exterminio, el burka y la aniquilación de lo que fuera arte o conocimiento. Ahí en las tierras inhóspitas de Afganistán, el presidente Karzai acaba de conminar a los talibanes para que no quemen más escuelas. Viejos pupitres y manuales escolares, convertidos en ceniza. Los talibanes asesinan a los maestros, queman las aulas, incineran el saber. Por allí anda un retén de la OTAN con muchas ganas de volver a casa. Por allí - según se dice-anda también Osama Bin Laden. Los talibanes odian todo lo que sea conciencia humana en libertad, la vida simbólica del arte, la creatividad del individuo. En Afganistán hay 4,5 millones de niños sin escolarizar porque los talibanes incendian las aulas. Es una pavorosa lección constatar todos los días como, de forma simultánea, la libertad avanza en algunos viejos condados de la sumisión y el fanatismo tiene plena hegemonía en demasiadas partes del mundo. El odio a todo lo occidental viene a ser la misión de los talibanes que queman escuelas y el año pasado han obligado a cerrar, por motivos de seguridad, unos quinientos centros docentes, porque no conciben otra forma de educar que no sean las escuelas coránicas de las que están excluidas las matemáticas, toda ciencia, la historia o la geografía.

Así es un mundo muy precario, limítrofe con la sinrazón devastadora, con los talibanes en acción y la Unesco formulando sueños burocráticos que suelen ser papel mojado. En el pasado, la Suprema Corte Talibán, cuando el ejército soviético se retiró de Afganistán, decretó la destrucción de los Budas gigantes, una gloria del pasado, un portento de la humanidad en las tierras afganas centrales. El fuego antiaéreo no pudo con aquellas estatuas de hace casi dos mil años. Recurrieron finalmente a la dinamita. Fue su carta de presentación. La aceptaron los relativistas culturales que abundan en Occidente. Luego prohibieron la música clásica. Decretos del ministerio de vicio y virtud. El ultraislam. Nada ni nadie pudo salvar a los dos grandes Budas. Hoy, la destrucción de las escuelas también está siendo imparable, mientras discutimos sobre los derechos de autor en el ciberespacio. Los nazis quemaron "arte degenerado" por orden de Goebbels; en nombre del realismo socialista, el arte de vanguardia fue perseguido en la Unión Soviética. Los talibanes tienen ilustres precedentes. En las madrasas, mientras todavía humean las escuelas incendiadas, se predican sistemáticamente el odio y la guerra fanática. Sólo un horizonte de guerra civil o desintegración está al alcance de los muchachos que se quedan sin escuela porque esa es la interpretación talibán del mensaje de Alá.

26-III-11, Valentí Puig, lavanguardia