´El fraude financiero en las pantallas´, Sergi Pāmies

El universo audiovisual digiere la realidad en función de sus intereses pero, en ocasiones, corrige injusticias, exorciza demonios y vehicula el derecho al pataleo. Por ejemplo: ninguno de los culpables de la gran estafa financiera de EE. UU. (2007-2009), que arruinó a cientos de miles de inversores y propietarios, ha sido castigado por sus trampas y negligencias.

Incomprensiblemente, los gobiernos siguen perdonando las estafas y el fraude, haciendo la vista gorda e incluso rescatando a quienes han provocado uno de los mayores colapsos de la economía democrática. Por eso hay que aplaudir - on las manos y con los pies -la llegada de películas, documentales y series que tratan la cuestión con la contundencia, claridad y visión crítica adecuadas.

Esta semana podemos ver en el cine el imprescindible documental Inside Job, de Charles Ferguson, que se desmarca del narcisismo follonero de Michael Moore para elaborar un retrato serio y estremecedor del fraude y sus pormenores (y pormayores). Lo hace entrevistando a algunos de sus culpables, incómodos ante según qué preguntas y sorprendidos de que alguien se atreva a poner en duda su habitual e indignante impunidad.

Y, aunque todavía no ha llegado a nuestro país, la serie Danys i perjudicis, que está emitiendo TV3, acaba de comercializar en DVD de curso legal su tercera temporada. En esta ocasión, el argumento gira entorno a una estafa piramidal tan parecida a las que han minado la confianza de los mercados que el espectador entiende que no se trata de ninguna casualidad.

Aunque, como es lógico, se da prioridad a la tensión dramática entre la despiadada abogada interpretada por Glenn Close y sus colaboradores, la serie propone una hipótesis de codicia y delito que describe bien algunos de los mecanismos de apropiación indebida y blanqueo de los ahorros de inversores (que incluye un procedimiento tan verosímil que tiene que ser real a la fuerza: desvíos de fondos a paraísos fiscales y posterior blanqueo del botín a través de fundaciones teóricamente humanitarias).

Tanto en el caso de Inside Job como de Danys i perjudicis, lo que debe prevalecer es la excelencia formal de lo filmado. Pero alivia saber que las pantallas condenan con dureza lo que los gobiernos de verdad siguen sin castigar, no se sabe si por miedo, incompetencia o connivencia.

30-III-11, Sergi Pàmies, lavanguardia