´Los héroes están ocultos´, Jordi Balló

¿Por qué no hay imagen de los liquidadores japoneses de la central de Fukushima? Esta es una de las más clamorosas ausencias icónicas de esta catástrofe. Porque, si bien existe un consenso favorable a evitar las imágenes de las víctimas, nadie ha prohibido enseñar a los rescatadores, sean civiles, militares o bomberos. Más bien al contrario: aparecen por todos lados, vestidos de uniforme, parapetados tras las máscaras, como únicos ordenadores del caos. Entonces, si podemos ver como un grupo organizado socorre a los damnificados, ¿por qué no podemos seguir los avatares de aquellos que se juegan la vida para intentar frenar un proceso de deflagración radioactiva que podría tener consecuencias funestas para la humanidad? ¿Podemos realmente pasar por encima de lo que este grupo humano ha realizado estos días, con todo el planeta pendiente del resultado de sus acciones y sin que no podamos contemplar mínimamente los procesos a los que están sometidos? Lo único seguro es que esta imagen ha sido escamoteada y que no podemos creernos que sea debido a una protección hacia los operadores de cámara: en todas las guerras conocidas, el pintor de batallas camina en la vanguardia militar. Por lo tanto, es perfectamente admisible que entre el grupo humano que se juega la vida en este proceso de desactivación nuclear se incluyera a un hombre con su cámara cuya misión principal sería proporcionar la narración visual de este trabajo al límite y para la posteridad. Y este cámara por ahora no existe, o no lo conocemos.

Lo que hemos visto de la fase crítica en relación a los héroes de Fukushima es su suplantación. Algunos medios dieron gran importancia a la imagen de hombres vestidos con monos antirradiación caminando por el interior de la misma central nuclear. Sólo si mirabas en el pie de foto te dabas cuenta que esta imagen correspondía a revisiones anteriores y que no tenían nada que ver con la actualidad. En otras imágenes, seres vestidos de la misma manera efectuaban pruebas de radiación a pobladores de la zona. También era una forma de acercarse a los héroes ocultos, pero los que veíamos eran otros: no es igual reparar la central que cuidar de la protección de sus habitantes cercanos. La estrategia era simple: crear confusión icónica para esconder el dilema.

Las únicas imágenes de las que disponemos hasta ahora de estos liquidadores son lejanas, aéreas, en las cuales, gracias al zoom, podemos intuir a un grupo de personas en el aparcamiento de la central, deducimos que pertenecen a estos liquidadores sin cuerpo ni rostro. Más recientemente han aparecido otras imágenes furtivas, casi clandestinas, capturadas probablemente por algún miembro del propio grupo de técnicos que trabajan en la reparación. Resulta chocante que el gesto de capturar un heroísmo singular con tanta repercusión colectiva tenga que hacerse escondiendo casi la cámara, como si fuera un gesto vergonzante. En Chernóbil, en pleno oscurantismo soviético, se filmaron durante días y días las acciones más peligrosas de los liquidadores en la central y en su subsuelo. Fueron imágenes que crearon sentido heroico, pero también crítica al poder, porque en ellas se revela la falta de medios y de protección con la que aquellos hombres trabajaron. Muchos murieron a causa de la radiación, y las imágenes de su labor abnegada sirvieron como acusación a un poder que no asumía responsabilidades. Tengo la impresión que esto es lo que ahora se quiere evitar.

30-III-11, Jordi Balló, lavanguardia