´Rove en Espaņa´, Xavier Batalla

Rove en España

Desde el famoso viaje al centro de José María Aznar, que resultó ser un trayecto a lo desconocido, hasta el bobo solemne de Mariano Rajoy, en la estrategia política de los populares han pasado muchas cosas. En los países desarrollados occidentales, la fase decisiva de toda batalla electoral suele librarse por el centro. Los ejemplos son interminables. Bill Clinton se ganó la Casa Blanca con la filosofía de los nuevos demócratas,una manera de decir que había moderado el partido. Y Tony Blair hizo tres cuartos de lo mismo con el nuevo laborismo,en cuyo proceso de fabricación se desprendió del ala izquierda laborista. Pero George W. Bush cambió el orden de las cosas, centrando todos sus esfuerzos electorales en la derecha, durante la campaña presidencial del 2004.

En el año 2000, Bush ganó la presidencia al sumar más votos electorales (incluidos los discutidos de Florida), pero perdió en votos populares (medio millón de papeletas menos, aproximadamente, que el demócrata Al Gore). Cuatro años más tarde, la historia electoral fue distinta. Bush logró entonces una sustancial ventaja de 3,5 millones de votos populares sobre el demócrata John Kerry. ¿A qué se debió su éxito? ¿A que el presidente republicano, tres años después del 11 de septiembre, optó por buscar los votos por el centro? Nada de eso. Bush hizo lo que Karl Rove, su arquitecto político, dijo que hiciera.

Bush entró en la Casa Blanca presentándose como un presidente para unir, no para dividir. Hace un año, sin embargo, Rove apostó por la división. El asesor presidencial se decantó por lo que consideró seguro: la base conservadora, es decir, el país de Bush. Clinton hizo lo contrario en los años noventa, y le salió bien. Pero, después del 11 de septiembre y de la guerra de Iraq, Rove consideró que ya no había sitio para los indecisos, que los considera blandengues, y dirigió su artillería electoral hacia la base religiosa y conservadora. Su estrategia, en un país dividido, se tradujo en una rebaja fiscal y en la identificación de la guerra de Iraq como parte del conflicto contra el terrorismo. Y los dos mensajes calaron en un electorado que, según los sondeos, creyó a Bush con más valores morales (81% frente al 18%) que Kerry.

Karl Rove empleó tácticas agresivas. Neal Gabler escribió en Los Ángeles Times (24/ X/ 2004) que "Rove descubrió que lo más fácil y eficaz es explotar las divisiones sociales y culturales; ninguna otra administración reciente ha sabido utilizar mejor las cuestiones como el matrimonio gay, el aborto, las células madre y la religión para lograr que sus partidarios sean más activos que sus oponentes". La primera táctica de Rove, pues, fue encasillar a Kerry como "un liberal de Massachusetts", lo que, para los conservadores estadounidenses, debe de ser lo mismo que un bobo solemne.

Los métodos de Rove, en opinión de Gabler, chocaron con la esencia del sistema político estadounidense, basado en el compromiso y la flexibilidad. Pero dieron resultado, entre otras cosas porque fueron empleados por telepredicadores u otros grupos afines, aparentemente independientes, con los que, una vez hecho el daño, Rove mantuvo un prudente distanciamiento. Éste podría haber sido el oscuro caso de la campaña para desacreditar al senador republicano John McCain con la falsa historia de que tiene una hija negra ilegítima. La prueba fue una foto de McCain con su hija negra adoptada. ¿Por qué, entonces, las tácticas agresivas tuvieron recompensa? Porque se supo vender que Estados Unidos está en guerra, y en la guerra vale todo. ¿Es éste nuestro caso?

lavanguardia, 25-XII-05