ŽLa tierra es aguaŽ, Xavier Batalla

La tierra es agua

El conflicto árabe-israelí de 1967 empezó dos años y medio antes. No es un errata. En 1964, una conferencia de países árabes decidió desviar dos afluentes del río Jordán, la principal fuente de Israel, y el régimen sirio abrió un canal que automáticamente se convirtió en un objetivo militar del Estado hebreo. Los bombardeos se sucedieron hasta que los sirios, condenados al trabajo de Sísifo, renunciaron a su propósito de hacer pasar sed a los israelíes. Ariel Sharon lo ha dejado escrito en su autobiografía: "La gente contempla el 5 de junio de 1967 como el día en que la guerra de los Seis Días empezó. Ésta es la fecha oficial. Pero, en realidad, la guerra comenzó dos años y medio antes, cuando Israel decidió actuar contra el desvío del Jordán. Las disputas fronterizas entre Siria e Israel habían tenido un gran significado, pero la posibilidad de desviar el agua era una cuestión de vida o muerte" (Warrior: The autobiography of Ariel Sharon,1989).

El agua es una fuente de problemas en Oriente Medio. La región tiene tres sistemas fluviales importantes (Nilo, Jordán y Tigris-Eúfrates), pero la mayoría no nada en la abundancia. Con una población que representa el5% mundial, Oriente Medio y el norte de África contienen únicamente el 0,9% de las reservas de agua. Por eso el agua siempre ha sido, incluso cuando se ha firmado la paz, motivo de discordia. Éste fue el caso de las paces entre Israel y Egipto, selladas en 1979 por Menahem Begin y Anuar El Sadat. Para la redacción del acuerdo, el primero entre un país árabe e Israel, se crearon diferentes comisiones, entre ellas una dedicada a decidir algún reparto de las aguas del Nilo. Y los delegados israelíes sugirieron que un 1% del caudal se desviara hasta el desierto del Negev, en el sur de Israel.

En principio, el presidente egipcio pareció contemplar positivamente la idea, ya que, en términos de cooperación regional, el acuerdo podría abrir las puertas al suministro de agua a países árabes como Líbano o Jordania. Sadat, sin embargo, tropezó con el estamento militar, guardián del Nilo como los militares turcos lo son del carácter secular de la república en un país de mayoría musulmana. Hubo ruido de sables, y el entonces ministro egipcio de Defensa, mariscal Abdel Halim Abu Ghazala, habría advertido a Sadat de que no podía garantizar la lealtad del ejército si se preparaba un golpe "para impedir que Israel robara las aguas del Nilo" (Independent on Sunday,14/ XI/ 1993). Otra versión más amable con Sadat sostiene que el presidente firmó la paz de 1979 con la advertencia de que "lo único que podría arrastrar a Egipto a la guerra es el agua" (The Guardian,13/ I/ 2004).

Martín Sherman, autor de Politics of water in the Middle East (Macmillan Press, 1999), mantiene que "si el mundo funcionara sobre la base de la racionalidad, el agua nunca debería ser la causa de una guerra, ya que con lo que cuesta un conflicto moderno podría desalinizarse un mar entero". Pero la racionalidad es tan escasa como el agua en Oriente Medio. Por eso Sherman, antiguo asesor en materia de inteligencia del gobierno israelí, no cree que Israel pueda confiar en que los árabes le garanticen el agua.

Butros Ghali, ex ministro de Asuntos Exteriores egipcio y ex secretario general de la ONU, es tan pesimista como Sherman, aunque por razones opuestas. Butros Ghali no sólo explica que "la próxima guerra en Oriente Medio será por el agua", sino que considera que el líquido elemento es el gran obstáculo que se opone a un acuerdo entre Israel y los palestinos. "El agua está en el corazón de los problemas en Israel. Ésta es la razón por la que (los israelíes) están interesados en los territorios ocupados (Cisjordania), no por la tierra, sino por el agua que hay en la tierra" (IslamOnline,2003).

La historia de Cisjordania, cuyas aguas tienen como destino a los israelíes en un 80%, se repite en las alturas del Golán, territorio sirio ocupado desde 1967 y que es una fuente abundante. Ha habido diversos intentos, todos frustrados, para que Israel y Siria firmaran la paz. Y los fracasos se han debido al Golán, que Siria reclama. Si Israel lo devolviera, podría perder hasta el 30% de sus suministros. Con las alturas del Golán en manos de Siria, que lo repoblaría, el agua que fluye hasta el mar de Galilea se reduciría, tanto por el lógico consumo sirio como por la contaminación, fuera provocada o no.

Israel hizo las paces en 1994 con Jordania y firmó un acuerdo por el que debe cederle unos 25 millones de metros cúbicos al año, aunque el cumplimiento ha sido desigual, dependiendo, según la versión israelí, de la sequía. Pero Siria y la Autoridad Nacional Palestina son harina de otro costal. El primer ministro interino israelí, Ehud Olmert, ha anunciado que Israel pretende retener el valle del Jordán para convertirlo en una de sus fronteras definitivas. Olmert quiere dibujar el mapa unilateralmente, sin negociarlo con los palestinos, lo que es un grave error, porque, como ha dicho en Barcelona Shlomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores israelí, ignora el reconocimiento internacional. Eso sí, la iniciativa demuestra que la tierra es agua.

lavanguardia, 18-III-06