´China se avecina´, Luis Racionero

Cuando le preguntaron a Zhou Enlai qué pensaba de los efectos de la revolución francesa contestó : "Aún es prematuro pronunciarse", muy dentro del estilo chino a vaticano de evaluar las cosas sub specieaeternitatis.Y ello se debe a que ambos, China y el Vaticano, son las dos civilizaciones-estado más antiguas que existen: por cierto doble la china que la romana.

El autor que mejor ha estudiado la ciencia y civilización chinas en Occidente ha sido Joseph Needham de Cambridge, de cuya obra colosal escribió George Steiner que es, junto con la Reserche de Proust, la obra cumbre del siglo XX. Cuando visité a Needham en su centro de estudios sínicos situado detrás del Robinson College, el sabio biólogo convertido en sinólogo tenía 93 años. Me acogió con el inimitable saludo británico: "Hello young man, what can I do for you?".Le cité el elogio de Steiner y respondió: "¿Quién, Rudolph Stainer?". Luego comprendí que lo estaba ninguneando porque Steiner, como los demás profesores ingleses, criticaron a Needham su apoyo a la China comunista en la guerra de Corea, llegó a certificar que los norteamericanos usaron armas químicas, lo cual se reveló falso.

Cito a Needham porque nos conviene entender a China cuanto antes y para ello es el autor imprescindible. En la biografía que Simon Winchester dedica al famoso sinólogo, la conclusión es muy significativa. Describiendo la ciudad aeroespacial de Jinquan junto al desierto de Gobi, explica que a su entrada se alza un gigantesco cartel escrito en caracteres chinos y letras inglesas rojas que dice así: "Sin prisa, sin temor, conquistamos el mundo". No se alarmen, lo que nos ocupa es entender en qué pueda consistir la hegemonía china.

En 1423, cuando las flotas chinas de Simbad o Heng-Ze recorrieron el mundo, a su regreso el emperador, forzado por los burócratas mandarines terratenientes, ordenó destruir los barcos y prohibió los viajes intercontinentales. Lo que habían traído del mundo sus almirantes eran bagatelas y abalorios sin valor, nada susceptible de crear un comercio nuevo suplementario a lo que iba y venía entre Europa y China por la ruta de la seda. "No es el momento", decretaron los pacientes mandarines en 1423, y dejaron a portugueses y españoles que navegaran haciaÁfricayAmérica.Ahora, cinco siglos después, China cree que ya es el momento y se ha abierto al mundo de modo irresistible e irreversible.

El investigador Martin Jaques publicó en 2009 el denso y exhaustivo ensayo When China Rules theWorld,cuyo título parece copiado del cartel de Jinquan, añadiéndole como subtítulo El fin del mundo occidental y el nacimiento del nuevo orden global.El nuevo orden que pretendía Bush está al caer, pero no en su talante protestante sino más bien confuciano, porque el comunismo quedará cada vez menos. Los neocon de Bush publicaron en un informe: "Al cerrarse el siglo XX EE.UU. queda como el poder hegemónico". Krauthaimer dijo : "En 1991 murió la URSS y nació algo totalmente nuevo, un mundo unipolar dominado por una sola potencia intocable por ningún rival. Algo nunca visto desde la caída de Roma". Ni que decir tiene que este análisis neocon ha sido un catastrófico error de apreciación histórica.

Muerto Mao, Deng Xiaoping no esperó nada para conceder un sistema capitalista de mercado bajo el sistema político comunista : "Gato negro, gato blanco, el que cace más ratones", le dijo a Felipe González , ante la sonrisa insondable de Zhou Enlai, el último mandarín. Luego en Hong Kong aplicó otro pragmatismo : "Un país, dos sistemas". Todo esto debería hacernos comprender en Occidente que no existe una sola vía hacia el desarrollo económico, que la modernización de China será muy distinta de la modernidad occidental. China va a ser un modelo alternativo a Occidente : en vez de una política democrática, su sistema será el de un país postcolonial, en vías de desarrollo, con régimen comunista, un gobierno burocrático sofisticado y un autoritarismo confuciano.

Los eurocéntricos irredentes solo se plantean cómo y cuándo llegará China a la democracia sin pensar que China puede desarrollarse con un sistema no democrático y mantener su hegemonía como siempre, con un sistema confuciano-comunista, jerárquico y autoritario. Lo escribió hace poco Sánchez Dragó en un osado artículo : "China no se democratizará nunca porque, de igual modo que nuestro ADN es cristiano, el de ellos es confuciano. No hay descontento en China por más que los medios de información se empeñen en elevar las anécdotas a categorías. Cierto, hay excepciones, pero los chinos de a pie están encantados con una clase política que les permitirá, o eso creen, ganar dinero, jugárselo, fundar una empresa, abrir una tienda, montar un negocio, tener concubinas, humillar a Japón, comprar un buen coche, ir de Pekín a Bangkok por una autopista de veinte carriles". Y termina Dragó exagerando, para que quede claro su argumento: "Democracia, derechos humanos, lectura, arte, solidaridad, no se les da una hija". No me gusta pero algo de razón lleva: autoritarismo político y libertad económica puede ser el modelo de desarrollo chino.

Para terminar, quiero exponer mi hipótesis de en qué puede consistir la hegemonía china del mundo: será comercial que no guerrera y consistirá en conseguir que los diferentes países reconozcan su superioridad y les rindan pleitesía como ya lo practicaban en tiempos del emperador. Qué medios van a utilizar para ello los está mostrando ya; por ejemplo comprar la deuda a EE.UU. y dejarnos dinero a los españoles. Lo cual no es demasiado grave, peor eran las invasiones de los europeos.

16-IV-11, Luis Racionero, lavanguardia