25 aniversario del desastre en Chernobil

Uno de las consecuencias de la catástrofe de Chernóbil es que Ucrania se ve privada de 2.600 kilómetros cuadrados de tierra que no pueden emplearse para la agricultura por estar contaminada. Pero las regiones próximas también se ven afectadas por el estancamiento económico. Este problema estuvo también la semana pasada en la mesa de trabajo de la Conferencia de Chernóbil que se celebró en Kíev. Un experto de la ONU, Antonius Bruk, encargado del Programa de Desarrollo en Bielorrusia, dijo que el principal problema de esas regiones próximas no es la radiación, sino la falta de un crecimiento socioeconómico de la población. Y el secretario general, Ban Ki Mun, prometió al presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, hacer todo lo posible para desarrollar esas regiones.

"Cuando existía la Unión Soviética, nos cuidaban, nos curaban, se ocupaban de nosotros. Ahora los gobiernos nos han olvidado", se quejaba ayer un veterano bombero ucraniano, Georgui Nagayevski, vestido con uniforme verde y cubierto de medallas de todos los colores. Los bomberos ucranianos se pusieron ayer de gala en el centro de Kíev para rendir homenaje a sus compañeros que perdieron la vida hace 25 años luchando contra el monstruo más terrible al que se han enfrentado estos valientes: la radiación nuclear.

Ucrania recuerda hoy el aniversario de la peor tragedia nuclear de la historia, pero los bomberos fueron los peor parados. Al poco tiempo del primer encontronazo con el reactor número 4 de Chernóbil, la radiación mató a 29.

A luchar contra el reactor y luego a limpiar la zona circundante acudieron en los años siguientes unas 600.000 personas a las que se conoce como liquidadores. No todos recibieron altas dosis de radiación. Pero los bomberos fueron los más castigados porque se encargaban de las tareas más arriesgadas, recordó ayer el más legendario de todos ellos, Pilip Desiátnikov, general mayor del cuerpo de bomberos adscrito al Ministerio de Situaciones de Emergencia. "Nos consideran héroes nacionales, y la gente nos tiene respeto por lo que hicimos. pero eso no se traduce en más ayudas", dice Nagayevski, que tiene 69 años y trabajó en el reactor del 6 al 8 de mayo de aquel año.

Una de las principales quejas de los veteranos de Chernóbil es que ha pasado una eternidad y las autoridades les prestan poca atención. "Lo que queremos es más ayuda y no sólo homenajes", apunta Leonid Kastrikin. "Las medicinas cada año son más caras. Y mejores pensiones, porque recibimos dos o tres tratamientos cada año".

El ministro de Situaciones de Emergencias de Ucrania, Víktor Baloga, condecoró a los veteranos y les hizo entrega de automóviles. Antes se inauguró una escultura en honor de los liquidadores-bomberos fallecidos.

Si a los veteranos de Chernóbil estos años se les han hecho eternos, resulta que esto es sólo el comienzo. Los 2.600 kilómetros cuadrados que rodean el reactor número 4 de Chernóbil es un lugar despoblado donde viven unos 2.000 empleados del ministerio que trabajan por turnos. Esta escena durará siglos.

Así lo creen los responsables de la central nuclear y de la comunidad internacional, que preparan un nuevo sarcófago para el trágico reactor. Se prevé terminarlo en el 2015 y que dure cien años. Una conferencia de donantes intentó recaudar la semana pasada 740 millones de euros para el nuevo sarcófago y para un almacén nuclear para el combustible de otros dos reactores. Sólo se consiguieron 550 millones.

El reactor número 4 de Chernóbil explotó en la madrugada del 26 de abril de 1986 y lanzó a la atmósfera una nube radiactiva que llegó a buena parte de Europa. Pero el Gobierno de la URSS (de la que entonces formaba parte Ucrania) sólo dio a conocer lo sucedido después de que saltasen las alarmas en Suecia.

Como consecuencia Ucrania evacuó para siempre a 129.000 personas que vivían en la zona contaminada. Miles de personas (4.000, según la ONU; casi 100.000, según organizaciones ecologistas) han fallecido por cánceres producidos por la radiación. Otros miles han tenido que cargar con enfermedades crónicas. Yno falta quien piensa que el desastre pudo ser uno de los factores que pesaron en la desintegración de la URSS.

Tras el desastre nuclear de Fukushima (Japón), se teme incluso que el problema eterno de Chernóbil se traslade a otros lugares. Así lo advirtió el secretario general de la ONU, Ban Ki Mun, el día 20, durante una visita al reactor dañado. El hambre de energía provocará un aumento de plantas nucleares, señaló. "Muchos países continuarán encontrando en la energía nuclear una opción de futuro y, por eso, tenemos que hacer lo posible para garantizar la seguridad", aseguró. Hoy en día hay 441 reactores nucleares en 30 países. Ucrania tiene 15.

Ante este panorama, "nuestra obligación es que lo que sucedió pase de nuestra generación a nuestros hijos y nietos, y también al mundo entero. Que todos los sepan", dijo ayer el veterano bombero Pilip Desiátnikov.

26-IV-11, G. Aragonés, lavanguardia