īVotar por errorī, Jordi Graupera

La gente vota irracionalmente. Lo dicen los datos empíricos recogidos por los economistas, por los expertos en opinión pública y por los psicólogos que estudian la toma de decisiones. No descarto del todo que los políticos tomen decisiones racionalmente (para mejorar su beneficio electoral o el estado de la ciudad a largo plazo). Pero la mayoría de los votantes no sólo ignoran el tuétano de las políticas que quieren ejecutar los candidatos, sino que, además, cuando conocen los objetivos y los medios que los políticos proponen, continúan votando irracionalmente. Muchas veces porque no los comprendemos bien, y otras porque el esfuerzo de conocer una cuestión es enorme, y supone una inversión de tiempo - y por tanto de dineros-demasiado alta. Un solo voto es tan insignificante que la relación coste-beneficio de votar no es ventajosa. No es como comprar un coche, que, cuanto más sabes, mejor coche compras, y menos te cuesta; en política demasiadas cosas no dependen de tu voto en absoluto.

En cambio, el beneficio psicológico de votar la opción que te hace sentir bien contigo mismo es inmediato, y configura tu identidad: eres el de izquierdas, el liberal, el conservador. Te preocupas por la igualdad, por la libertad o por la tradición. Otra cosa es que el partido de izquierdas, liberal o conservador que votes ayude a mejorar la igualdad, la libertad o la tradición. Descubrirlo obligaría a ser racional. No vale la pena. El objetivo es votar a quien te haga sentir bien.

7-V-11, Jordi Graupera, lavanguardia