´¡Qué vergüenza!´, Miquel Roca Junyent

Ahora resulta que el Constitucional, según algunos, está politizado. Según representantes cualificados de una formación política, la sentencia sobre Bildu es una resolución dictada desde criterios políticos, lo que -se dice- pone en duda la independencia del Tribunal. Las calificaciones no se han quedado cortas; casi parecen más improperios que evaluaciones jurídicas.

Curiosamente, cuando se trató de la sentencia del Estatut, los mismos protagonistas de la crítica de ahora destacaban con entusiasmo el valor de la sentencia del Tribunal. Entonces no había política, sólo el resultado de un trabajo jurídico que, se decía, era prudente y moderado. El Estatut debía, según aquellas voces, ser anulado por contrario a la Constitución y el Tribunal se había limitado a interpretar lo que en Derecho resultaba indiscutible.

Así, resultaría que el mismo Tribunal habría actuado conforme a Derecho hace unos meses y contra el ordenamiento constitucional poco tiempo después. ¿Qué ha pasado para que se llegue a conclusiones tan dispares? Pues que en un caso la composición del Tribunal permitió que las aspiraciones de los críticos de ahora se vieran satisfechas y ahora, con una composición distinta, sus ambiciones se han visto frustradas. O sea, que todo depende de la composición del Tribunal.

Podría ser que el Estatut de Catalunya fuera hoy plenamente constitucional si la sentencia se hubiera dictado por el Constitucional en este momento. Quizás ahora se entiende mejor por qué se impidió que el Tribunal fuera renovado cuando tocaba. Quizás se quería asegurar prorrogando ad nauseam el mandato caducado de algunos magistrados que los que les sustituyeran aportaran una visión distinta sobre la constitucionalidad del Estatut.

Ahora se ha evidenciado que el no querer cumplir la obligación constitucional de renovar, cuando correspondía, la composición del Tribunal tenía una clara intención. Así, puede presumirse que algunos magistrados no fueron renovados porque se sabía que eran contrarios al Estatut. Y puede presumirse que con la composición actual quizás el Estatut hubiera pasado la revisión del Tribunal.

¡Qué vergüenza!

10-V-11, Miquel Roca Junyent, lavanguardia