energía nuclear: humana, demasiado humana...

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Muchas cuestiones relacionadas con la energía nuclear son opinables porque admiten el debate entre los pros y los contras. ¿Hay una alternativa viable a esta fuente energética? ¿Hasta qué punto puede garantizarse la seguridad?... el intercambio de opiniones está servido. Lo que sí parece evidente es que, en cualquier caso, el desarrollo de la energía nuclear debe someterse a un principio ineludible: el de la transparencia. Y una vez más, la información parece haber sido la víctima de una crisis registrada en el sector. Ayer trascendió que, poco después del seísmo de Japón, llegó a producirse una fusión parcial del núcleo de un reactor de Fukushima, una información que la operadora de la central, Tepco, había mantenido oculta hasta ahora. La desconfianza que ya existe hacia las centrales nucleares no dejará de aumentar si se persiste en actitudes como la de Tepco. El futuro energético y la seguridad son demasiado importantes como para mercadear con la verdad.

La crisis nuclear de Fukushima Daiichi parece aún lejos de quedar resuelta. Tepco, la operadora de la central que protagoniza el peor accidente atómico desde Chernóbil, reconoce ahora que hubo una fusión parcial del núcleo en un reactor. El Gobierno japonés exige a la empresa que revise sus planes para poner fin a una situación de riesgo que se prolonga desde el 11 de marzo, cuando un seísmo de magnitud 9 y el posterior tsunami afectaron seriamente sus instalaciones.



Los responsables de Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía que opera la central de Fukushima, han añadido más confusión si cabe en las últimas horas sobre la situación que reina en estas instalaciones atómicas. Primero, han admitido que, durante los primeros días, la mitad de las barras de combustible del reactor número 1 se fundieron y quedaron expuestas al aire. Además, está fusión parcial habría perforado el fondo del reactor, lo que permite que el agua contaminada se filtre a la vasija de contención, dificultando los trabajos de refrigeración.



Y, en segundo lugar, revelaron que hace dos días descubrieron y sellaron una nueva fuga de agua radiactiva procedente del reactor número 3, y que reconocen desconocer durante cuánto tiempo el líquido contaminado estuvo vertiéndose al mar. La realidad es que se detectó la presencia de cesio 134 y 137 en las aguas costeras frente a la planta nuclear, con unos niveles hasta 32.000 veces superior al límite legal. Este elemento radiactivo tiene un periodo de desintegración de hasta treinta años y puede causar cáncer si el organismo lo ingiere en suficiente cantidad.



Ante estos nuevos reveses, el Gobierno japonés ha exigido a la operadora que revise cuanto antes sus planes sobre Fukushima. "Creo que es un factor importante que requiere cambios en la hoja de ruta de Tepco para solucionar la situación", dijo el ministro de Industria, Banri Kaieda.



La eléctrica presentó un plan hace casi un mes mediante el cual esperaba restablecer en verano la refrigeración de los cuatro reactores afectados por el tsunami del 11 de marzo y llevarlos a la parada fría para finales de año. Ahora, sin embargo, tras los últimos contratiempos, estos plazos se alargarán, ya que se ha complicado el proceso de refrigeración, según apunta el diario Shankei.



El anuncio de estos nuevos problemas en la central de Fukushima Daiichi, por parte de Tepco, se produjeron el mismo día en que el Gobierno japonés daba luz a un plan de rescate para esta compañía, financiado con recursos públicos y aportaciones de las compañías eléctricas. De esta forma, la operadora de Fukushima podrá afrontar los masivos costes de compensación para indemnizar a los más de 80.000 afectados por esta crisis sin ir a la quiebra. Se estima que Tepco deberá desembolsar entre 26.000 y 43.000 millones de euros.



Por su parte, Chubu Electric, la empresa operadora de la planta nuclear de Hamaoka (en el centro de Japón), cuyo cierre fue exigido por el Gobierno por razones de seguridad en caso de seísmo, empezó ayer el proceso de desconexión que culminará hoy.

14-V-11, I. Ambrós, lavanguardia