´´Català/Valencià´´, X. Bru de Sala

'Català/Valencià'

Mis amigos valencianos, que no tienen nada de blaveros como podrán suponer, llaman valencià a la lengua común. Es una denominación secular -la valenciana prosa del XVI- que no incluye para ellos el menor matiz diferenciador. Al catalán, en Valencia, se le llama valenciano, o sea, que valenciano significa catalán de valencia. El nombre es una seña de identidad, ya que si lo llamaran catalán les parecería que el País Valencià es parte de Catalunya, y no es el caso. ¡Qué más quisiéramos los catalanes que apearnos de tanta severidad y contagiarnos del buen vivir y la alegría mediterránea de los valencianos!

Las cosas, pues, son y están así. La misma lengua, sí, pero con dos nombres. Eso es lo sensato, la esencia del pacto al que se llegó hace unos años, por mediación de Rigol. Si en lo tocante a la unidad de la lengua, la Real Academia de la Lengua Española no ofrece dudas, el usuario de la Biblioteca Nacional deberá buscar los libros de un mismo autor en epígrafes distintos, no según su nacimiento o residencia, sino según si la editorial es catalana o valenciana. Es un disparate. Su último director en era del PP, Luis Racionero, propuso agruparlos bajo la denominación que titula el artículo, Català / Valencià, pero según mis noticias el anuncio desactivó la polémica sin que tal agrupación se llevara a cabo, y no precisamente por culpa de Racionero. No sólo están en juego la racionalidad científica y los legítimos sentimientos de muchos valencianos, sino que existe una clara voluntad divisoria en el PP y confusionista en parte del PSOE (verbigracia, las declaraciones de la vicepresidenta del Gobierno). También una nostalgia llamémosla expansionista o intransigente, que rechaza desde Catalunya la doble denominación y que cree encontrarse ahora en posición dominante para ensayar un trágala.

Empecemos, pues, en aras de preservar y reforzar dicha unidad, por mantener el estatus actual de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, que la reconoce, y mantiene como propias las Normes de Castelló, que son las de Pompeu Fabra y el Institut. Gracias a esta sensatez pactada (era mejor no pregonar lo del pacto, pero en fin, ya tuvo que salir), los textos oficiales de la Comunidad Valenciana aparecen escritos con toda corrección. Es sobre esta base y no otra, que tampoco deberíamos descartar, que la Generalitat de Catalunya pudo presentar una versión del tratado constitucional europeo en perfecto catalán, que no presentara la menor diferencia respeto del texto en valenciano. Sin esa inmejorable base de partida (dadas las circunstancias) no habría nada que hacer, y en Europa se consagraría la segregación. Dos lenguas muy parecidas, la misma según todos los romanistas, pero con dos versiones oficiales distintas, de lo que se desprende una realidad jurídica. Ahora hay dos, pero son la misma, por lo que procede no sólo advertirlo, sino retirar una. Por mí, que retiren la catalana, pero a cambio de dejar bien sentado en el nombre que la restante está escrita en Català / Valencià. Si las cosas se hubieran llevado bien, el Gobierno habría presentado ya una sola versión con el doble nombre, y aquí paz y allá gloria. Ahora hay que establecer comisiones, pactar con esfuerzo lo que podría haber sido resuelto de entrada, sin polémica y sin herir sentimientos catalanes y más aún valencianos. ¿Cómo se puede ser tan patoso a esas alturas, ya casi al final del buen camino?

De haber obrado desde el catalanismo y el valencianismo con tacto, un cuarto de siglo atrás, el Estatut valenciano diría que "el valenciano forma parte de la misma unidad lingüística que la lengua que reconocen los estatutos de Catalunya y Baleares", o sea, la definición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. No fue así entonces. Hará unos cinco años se evitó la secesión normativa por los pelos. No plantemos ahora la semilla de una nueva discordia, imponiendo una solución inaceptable para la mayoría de valencianos. Basta recordar que la lengua de las baleares se denomina oficialmente catalán porque los menorquines no aceptaron que se llamara mallorquín, y lo de balear sonaba a chiste, a pesar de que el famoso Alcocer-Moll es el Diccionari català, valencià, balear. Vaya algunos de nuestros científicos de la lengua dando ideas. Quienes sólo ven peligro en la actuación de los demás, sin pensar que las propias pueden perjudicar mucho la unidad que defienden, tengan en cuenta que hoy el croata ha dejado de ser serbio croata y se escribe incluso con declinaciones, a diferencia del serbio. La voluntad pública y política cuenta más que la verdad científica a la hora de dividir una lengua o unificar dos muy próximas.

La unidad pues, en la Biblioteca Nacional y en Europa, a cambio de la doble denominación. Dudo que haya otra solución no hiriente para Valencia. Y si el conseller Bargalló la tiene, que la explique. Siempre he defendido que el Estatut de Catalunya debería decir: "El català, també conegut com a valencià, és la llengua pròpia", etcétera.

lavanguardia, 20-XI-2004