extraño Presidente para un destrozado Haití

Michel Martelly puede hoy sentirse reconfortado en su ego monumental de figura de la escena musical haitiana. Reconfortado porque, a pesar de que no consiguió un apoyo electoral masivo, como ansiaba y pregonaba (el 75% no fue a votar), es por fin presidente. Quince años atrás, la estrella del kompá ya se hacía llamar "prezidan".

Muchos esfuerzos se han invertido para llevar a la presidencia a este hombre, impecable porque carece de historia política, aunque está conectado con personajes de algunas páginas siniestras de Haití. Se congratuló del regreso de Baby Doc Duvalier y captó seguidores del ex dictador; también habría pescado votantes entre los de Aristide, a quienes desprecia tanto como al cuestionado ex presidente que - él sí-obtuvo un millón de votos.

El camino de Martelly a la presidencia empezó con un gran fraude electoral en noviembre del 2010 - por parte del partido del ex presidente René Préval-,siguió con una revisión de los votos por observadores internacionales destinada a desbancar de la segunda vuelta al candidato oficialista, Jude Célestin, y con presiones diplomáticas para que esto fuera aceptado, incluida la retirada de visados a miembros del gobierno Préval por EE. UU. Fue notoria, por fin, la visita de Hillary Clinton (en plena crisis egipcia) antes de la segunda vuelta.

Todo el mundo sabía a quién prefería Washington. El millón de dólares para la primera campaña se convirtió en seis en la segunda ronda. Martelly tuvo apoyos en sectores republicanos, un asesor que trabajó para John Mc-Cain, y un español, Antonio Sola, quien después de hacer campañas para la derecha católica en Madrid, llevó a la presidencia a Felipe Calderón en México.

Michel Sweet Micky Martelly no ha ocultado sus simpatías. Fue el bardo de las últimas dictaduras militares, pero a su favor tiene el hecho de que la mayoría de haitianos son tan jóvenes que que no ha conocido el régimen de los Duvalier, padre e hijo, ni a sus tonton macoute (los "hombres del saco", en creole) que ejercían la represión. El cantante macoute un verdadero tormento histórico-,que fue disuelto en 1995 por Aristide. La intención podría ser ponerlo en funciones de guardia nacional. Contra el tópico de la violencia en Haití, Edmond Mulet, jefe de misión de la ONU que ahora termina sus funciones, señalaba el jueves pasado que el promedio diario de muertes violentas es de dos, mientras que en su país natal, Guatemala, es de veinte.

La imagen de Martelly se ha ido puliendo y poco tiene que ver con la del Sweet Micky provocador escénico, o incluso con la de aquel candidato nervioso ante la pregunta de si iba a dejar que sus partidarios lucharan por él en la calle (así fue, en efecto: la violencia desatada causó cinco muertos). Su asesor Antonio Sola no lo dejaba ni a sol ni a sombra. El gran patinazo fue un agresivo montaje de un supuesto atentado (acusando a dos candidatos oficilistas al Parlamento) que tuvo que ser desmentido por el primo de Martelly, Richard Morse, también músico y dueño del famoso hotel Olofson, escenario de una novela de Graham Greene de título sugerente: Los comediantes.

15-V-11, F. Flores, lavanguardia

Sin experiencia de gobierno ni fuerza parlamentaria, el cantante Michel Martelly asumió la presidencia de Haití con la promesa de trabajar por la reconciliación nacional, terminar con la inestabilidad política y atraer la inversión extranjera para "desarrollar y cambiar el país", devastado por los efectos del sismo de enero del 2010 y dividido por la violencia postelectoral. El nuevo mandatario recibió la banda presidencial de su antecesor, René Préval, el primer jefe del estado haitiano elegido democráticamente que termina su mandato y lo entrega de forma voluntaria y pacífica. Martelly, que también ofreció seguridad, justicia, enseñanza gratuita y transparencia administrativa, juró el cargo en un recinto provisional anexo al derruido Parlamento y en medio de un apagón. El ex presidente estadounidense Bill Clinton y otros representantes de la comunidad internacional atestiguaron el acto.

Si bien cuenta con todo el apoyo de EE. UU., Martelly debe gestionar tal magnitud y cantidad de problemas que el liderazgo que se le atribuye no parece suficiente. De entrada, tendrá que gobernar con un Congreso controlado por la oposición, mayormente la de Inité (Unidad), el partido de Préval, acusado por sus detractores de corrupción e ineficiencia en la gestión de la ayuda internacional. El Senado tiene la prerrogativa de nombrar al primer ministro que, junto a Bill Clinton, codirige la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH), establecida para asignar, controlar y evaluar la aplicación de los fondos que suministra la comunidad de donantes.

A día de hoy apenas ha sido desembolsado el 10% de los 10.194 millones de dólares de asistencia prometida, con lo que las acciones de rescate de medio y largo plazo están fuera de calendario. Mientras, prevalece la emergencia. Amnistía Internacional calcula que un millón de personas aún vive en campamentos. El terremoto dejó más de 300.000 muertos. La posterior epidemia de cólera, otros 5.000.

Los donantes han sido reacios a entregar los fondos ante la falta de garantías para administrarlos. Como instancia de planificación y supervisión, la CIRH fue establecida por un plazo de 18 meses, que termina en octubre de este año. Está claro que no podrá alcanzar sus objetivos. De ahí que el hasta ayer primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, pidiera al gobierno entrante y al nuevo Parlamento que "refuercen la Comisión en lugar de bloquearla", ampliando su tiempo de mandato. Algunos analistas apuntan la posibilidad de que Bellerive - figura mayoritariamente respetada en el muy insidioso puzle político haitiano-siga como jefe de gabinete y copresidente de la CIRH, y haga de puente entre Martelly y la oposición, que no quiere ser excluida del manejo de la reconstrucción.

La bolsa de recursos es enorme y, como dijo el jefe de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), Edmond Mulet, en el país hay un gran "potencial económico y muchos sectores en los que invertir". El presidente tiene excelentes relaciones con los empresarios y mucho apoyo entre la juventud. Bellerive, dicen los expertos, podría ser la llave de la cohabitación que aportaría la estabilidad política necesaria para emprender la reconstrucción física, económica e institucional de la nación más pobre de América.

15-V-11, E. Sabartés, lavanguardia