´Prueba superada´, X. Bru de Sala

Prueba superada

Converso con un italiano del Véneto, jubilado o autojubilado como tantos conocidos de la misma región que, hastiados y disponiendo de un patrimonio suficiente, han decidido abandonar, no el mundanal ruido, que en Italia es mucho, pero sí la vida productiva. Se dedican al buen vivir, sus aficiones, la familia, los amigos. También a echar pestes de Berlusconi y clamar, "a pesar de todo, por otro Andreotti, que por lo menos tenía sentido de Estado y una idea de la política que iba más allá del desvergonzado provecho propio" en el que nadan, según él, los actuales gobernantes del país. "En las últimas elecciones - me espeta-, Berlusconi ha obtenido el noventa y seis por ciento en Sicilia; auténtica anomalía en la Europa democrática, ¿con quién la pactó?" Ante la evidencia de la respuesta, la deja en el aire.

Siendo persona de orden, sin la menor veleidad antisistema, regionalista, pragmático y centrista, le encuentro deshinchado y sin la menor ilusión. Al comparar nuestros países, elogia, no a Aznar, pues está contra las participaciones europeas en la guerra de Iraq, sino cómo España ha seguido una senda ascendente y ha corregido el rumbo a tiempo, pasando ocho años a la derecha y volviendo a la izquierda sin deteriorarse ni ver mermada su buena imagen, por lo menos entre los italianos que la admiran, que son casi todos (los que conozco, todos sin excepción).

El punto de vista tiene el valor de provenir de un observador foráneo. No sólo en Italia, sino en Francia o Alemania, abundan las opiniones según las cuales sus países están estancados y sin perspectivas, sin gobernantes en el poder, o en la antesala del poder, capaces de ejercer liderazgos nacionales o europeos. España en cambio, según no pocos de ellos, sigue siendo emergente y ha corregido a tiempo el error de Aznar (por cierto, que su yerno sale a menudo en los periódicos italianos, y no para causar precisamente buena impresión). No que Aznar fuera un error, porque los italianos saben más que nadie del precio que se paga por la ausencia de alternancia, sino el error que cometió al perder la ecuanimidad y embarcarse en Iraq, del que España habría salido airosa y sin mermas (11-M aparte). "Vuestra izquierda - prosigue- es integradora y dialogante, y de ella aprende la derecha a centrarse". Cuando le digo que no hay para tanto, desaprueba algunas medidas de Zapatero en materia social y de valores, "que no afectan al crecimiento económico ni a la buena marcha general de los asuntos públicos, como tampoco afectaron los de Aznar", que considera peores. Por comparación, Italia está emparedada, siempre según él, entre una izquierda desunida, sin proyecto, y una derecha del todo impresentable e ineficaz, que prometió dar un impulso al país pero lo ha hecho retroceder en todos los órdenes, empezando por el pluralismo televisivo, prosiguiendo por la independencia judicial y acabando (sintetizo) por lo más grave, la crisis económica y de confianza. En resumidas cuentas, que España habría superado por su cuenta una difícil prueba, en un contexto de sálvese quien pueda europeo, en el que no pocos países miembros tienen el menor ejemplo que dar a los demás. No parece ser una visión poco compartida desde el exterior.

Por cierto, que mi interlocutor, en toda la hora larga de conversación mantenida, ha hablado de los tres grandes de Europa, en referencia a Alemania, Francia y Gran Bretaña. Hablar sólo de "los tres", es su manera indirecta de excluir a Italia. Algo de razón objetiva, más allá de resentimiento y una cierta humildad, debe de tener, pues a pesar de disponer de una población comparable a Francia y Gran Bretaña, Italia cuenta y pesa menos de lo que le corresponde. En cambio, cuántos españoles van por ahí mencionando a los cinco grandes, para incluir España de forma engañosa y autocomplaciente. Aun así, es mejor eso que caer en el desánimo, acompañado por una recesión económica que en España es crecimiento superior a la media.

lavanguardia, 23-VIII-05