´ˇAvergonzaos!´, Jordi Graupera

Que la democracia española es muy roñosa lo sabe todo el mundo. No ser el franquismo es su principal virtud. La roña se ve. No hay separación de poderes, las listas cerradas promueven la partitocracia, el sistema electoral prima los dos grandes partidos, etcétera.

La razón es clara: durante la transición el objetivo era la estabilidad. Y durante 33 años, todos conformes. Cuando había riesgo de que el cartón piedra se despintara y la roña se hiciera presente, los gobiernos de turno intensificaban el Estado de bienestar, las propuestas populistas y las subvenciones en los sectores estratégicos y amigos diversos. Entre eso y las ayudas de la UE, ¿quién era el listo que denunciaba la roña bajo la pintura?

Por tanto, sí, hay un montón de razones para indignarse, y las acampadas, pues mira, ya era hora, y son una pregunta gigante para todos. Pero por las mismas razones hay motivos para avergonzarse. Ahora que la fiesta se ha acabado, ahora que ya no puedes especular con el terreno de la yaya, que ya no puedes vivir a crédito o confiar en el golpe de suerte; ahora que has visto que nuestra educación universitaria da como mucho para ganar 1.000 euros al mes, que estás en el paro y que, en fin, la cosa va para largo, quizá sería el momento de hacer autocrítica. Porque, claro, es muy fácil decir que los políticos son todos un corruptos y unos inútiles, es muy fácil culpar al Banco Santander y extremadamente divertido acampar e imaginar propuestas para hacer la revolución. Incluso es excitante tener # todalarazondelmundo, pero: ¿Cuántas veces fuiste a votar porque te prometían servicios gratis sin preguntarte qué valían y de dónde salía el dinero? ¿Cuántas veces ignoraste medidas profundamente irracionales como el Plan E sólo porque eran de izquierdas, o porque no cuestionaban tu estatus y ya te iba bien? ¿Cuántas veces negociaste el paro cuando no te tocaba para dejar un trabajo, y vivir de los demás? ¿Cuántas aceptaste pagar en negro? ¿Tiene contrato tu mujer de la limpieza? ¿Confiabas en que el ladrillo siempre subiría y que te podrías vender la casa nueva e hipotecada para ganar dinero, pequeño especulador? ¿Hiciste huelga para defender los contratos más caros de Europa? ¿Te apuntaste a los pisos de protección oficial mientras vivías de tus padres? ¿Reclamas ahora más impuestos para tener más servicios gratuitos, la nacionalización de la banca, alargar el paro? Democracia real ya, sí, pero ¿eres consciente de que la crisis se ha agravado por culpa de unas medidas que se tomaron con el único objetivo de contentar tus deseos inmediatos? Después de las acampadas, una larga y purificadora ducha. Fuera roña.

21-V-11, Jordi Graupera, lavanguardia