´Una vida libre de libros´, Quim Monzó

Rafael Gómez es un joyero y constructor andaluz que ha decidido dedicar los años de vida que le quedan a ser alcalde de Córdoba, su ciudad. "No me podía ir de Córdoba sin ser alcalde", ha dicho. Gómez luce una larga melena blanca que hace que la gente lo conozca como el Sandokán.Dice Gómez que el hecho de que esté imputado en la operación Malaya (por cohecho) no es ningún problema. Como toda persona que se presenta a unas elecciones lo tiene que hacer encabezando un partido, ha fundado uno: Unión Cordobesa.

El sábado pasado el Diario de Córdoba publicó unas interesantes declaraciones suyas. Explicaba que cuando era niño vivía rodeado de cabras y de pavos, que las cabras son muy espabiladas y que a los nueve años entró en el negocio que luego lo llevaría al éxito: la joyería. Hay un momento jugoso. El diario lo explica así: "Incapaz de identificar en su persona un solo defecto, reconoce que lo suyo no son las letras y que no ha leído ni un libro en toda su vida, más allá del ´libro del día del trabajo´, aunque tiene claro que a él no le hace falta leer nada porque ´mi libro está en la cabeza y lo que me puedan decir los libros, o lo sé ya porque lo he aprendido antes de la vida, o es mentira´".

Se le han tirado encima como fieras, por haber dicho eso. Para tildarlo de burro, sus adversarios dicen que basta escucharlo un rato para ver que, efectivamente, no ha leído nunca ningún libro, y que es vergonzoso que, de hecho, esté haciendo apología del analfabetismo. Y, en cambio, tiene razón. Hay muchas personas que no han leído ni un solo libro - conozco un montón-y se apañan bastante bien. Prósperos o no, depende. Mucha otra gente ha leído (y lee) libros y encuentra en ellos gusto, placer, sabiduría. Pero Gómez no ha leído ninguno, le va la mar de bien y está contento con esa actitud que recuerda la del futbolista José Hierro, en aquella época en que, con gran sorpresa de muchos, algunos deportistas confesaron que leían libros: Valdano, Guardiola, Masip... Fue en esa efervescencia literario-deportiva cuando un periodista le preguntó a José Hierro cuál era el último libro que había leído. Pasmado, Hierro contestó: "¿Libro? ¡Ninguno!"

La actitud valiente de reconocer que no es necesario leer libros para ir por la vida tiene ya su lugar en las redes sociales. En Facebook hay unos cuantos grupos que reivindican ese derecho, empezando por "You know everything - there´s no need to read books" (ya lo sabes todo, no hace falta leer libros). De hecho, Gómez y esos grupos no hacen sino dar la razón al científico alemán Georg Lichtenberg, gran aforista, que escribió: "Mucha gente lee para, así, no tener que pensar". La frase es espléndida, y absolutamente cierta, pero conviene no olvidar que, para llegar a poder condensar la idea y escribirla, Lichtenberg se pasó la vida leyendo.

5-V-11, Quim Monzó, lavanguardia