īRomper o no romperī, X. Bru de Sala

Romper o no romper

Tan cucos son los socialistas que ofrecen a Artur Mas la halagüeña contrapartida de una ruptura del tripartito, lo que le acercaría a su meta presidencial. Esta y no otra es la explicación de que se mantenga en sus trece, niegue su error, de trascendencia histórica, y muestre un entusiasmo sin bochorno por cuanta agua echen al Estatut desde el otro lado de la mesa negociadora. Parece pues que ha decidido confiar en que los socialistas echen a ERC, como pago a los servicios prestados por el líder convergente, pero de todos modos procura que se vea obligada a salir del circuito en las últimas curvas. Enganchados a Esquerra, derraparían también sin remisión Maragall e Iniciativa. El Estatut se ha convertido pues en la lata de aceite que Mas y Zapatero vacían sobre el asfalto por el que derrapa el tripartito. ¿Es este camino el mejor para los intereses de Mas, se acerca así a su meta política? Un atajo sí parece, pero no está nada claro que le conduzca a la cima. Podría ser también que le llevara a un callejón sin salida. Lo que el seny aconseja en estos casos es atenerse al dicho, si vols fer bona drecera, no deixis mai la carretera. El peligro de este atajo es que los intereses de un líder nacionalista y los de Catalunya nunca habían estado tan divorciados desde las desgraciadas disyuntivas que se le presentaron a Cambó.

Tal como andan las cosas, la clave del Estatut está en la tenaza sobre el tripartito formada por CiU y el PSOE. Nadie parece estar en condiciones de asegurar si los dos brazos de la tenaza van a ejercer su fuerza hasta el final, e incluso en este caso, si el resultado será el esperado por Mas, o bien si el terco y afortunado president Maragall se abstendrá, pese a todo, de adelantar las elecciones. Aun así, empieza a vislumbrarse que el presidente de CiU parece decidido a mantener su apuesta hasta el final, lo que contribuye sin duda a que el PSOE, con Mas ya en el saco, siga esquilando el Estatut al ritmo frenético de Eduardo Manostijeras. Garantías, lo que se dice plenas garantías de adelanto electoral, no puede tenerlas Mas de ningún modo. Por eso, atrapado en esta lógica infernal, en la que se metió por simple inadvertencia, está obligado a admitir tantos tijeretazos como sean, hasta conseguir que se las claven a ERC en la cabeza. De este modo, ya no estará en manos del PSOE cumplir o no cumplir con su parte del trato. Enfocando desde el ángulo contrario, si Mas se pusiera gallito, reclamara y amenazara, el Estatut mejoraría, pero entonces Esquerra tendría motivos para dejar de estar en contra. Entonces, el tripartito saldría reforzado y CiU se quedaría en la oposición por lo menos durante el resto de la presente legislatura y toda la próxima. Artur, com ens hem de veure!

En esta lamentable carrera de autochoques en la que se ha convertido la negociación estatutaria, puede ocurrir cualquier cosa, hasta que todos choquen contra todos y se fundan los plomos, para mayor regocijo del PP. Pero no es lo probable. Quien pretenda vislumbrar un poco más de futuro en esta situación tan lábil y cambiante, hará bien en dejar en segundo lugar el foco, hasta aquí prioritario, del enfrentamiento de CiU contra ERC y Maragall, para profundizar en el análisis de lo que al PSOE le conviene. Si las conjeturas no andan equivocadas, sigo pensando que el cambio de socio en Madrid es un señuelo. Que una vez acabado el proceso, no tienen los socialistas la menor intención de abandonar la presidencia de la Generalitat en manos de los nacionalistas. Y si Mas no es president, de ningún modo puede permitir que Duran Lleida sea ministro. En esta proyección, el cálculo plausible indica que a Duran no le quedaría otro remedio que conformarse con el papel de Roca, y aún deslucido porque Rubalcaba se cuidaría de recomponer los lazos con Puigcercós. Mucho depende pues de lo que ERC sea capaz de aguantar, de si es capaz de aprobar la diplomatura de la política real en las más duras y adversas circunstancias.

lavanguardia, 14-II-06