ŽEl deber de protegerŽ, Xavier Batalla

Hace seis años, en el 60º aniversario de la fundación de la ONU, Gareth Evans, ex ministro australiano de Asuntos Exteriores, creyó haber cambiado el mundo. O casi, ya que consiguió enmendarle la plana a los firmantes del tratado de Westfalia, de 1648, que puso fin a la guerra de los Treinta Años. La paz de Westfalia significó el establecimiento de un sistema de relaciones internacionales basado en la no injerencia en los asuntos internos de los estados.

Evans logró que más de 150 miembros de la ONU aceptaran la doctrina de la "responsabilidad de proteger", conocida por R2P, que proclama el derecho de la comunidad internacional a intervenir en un Estado si sus dirigentes cometen atrocidades contra la población o no están dispuestos a evitarlas. Es decir, la iniciativa de Evans fue aprobada para evitar lo sucedido en Ruanda, donde la pasividad internacional ante el genocidio de 1994 fue escandalosa, o en Srebrenica (Bosnia), cuando en 1995 los soldados holandeses bajo la bandera de la ONU no impidieron la limpieza étnica sufrida por los musulmanes.

Kosovo fue una excepción. En 1999, los partidarios del intervencionismo liberal saludaron el bombardeo de Belgrado, con el que se quiso evitar la limpieza étnica contra la mayoría albanesa de Kosovo. La intervención fue criticada por no contar con el apoyo del Consejo de Seguridad, donde Rusia se opuso por considerar que violaba la soberanía de Serbia, de la que Kosovo era entonces una provincia. Pero la guerra de Kosovo, como imperativo moral, fue considerada una guerra humanitaria. Kofi Annan, secretario general de la ONU, dijo que los derechos humanos habían prevalecido sobre los estados.

La primera vez que se pretendió poner en práctica la doctrina del deber de proteger fue, a principios de este año, en Costa de Marfil, donde la negativa del presidente saliente a reconocer su derrota electoral situó al país al borde del precipicio. Pero entonces estallaron las revueltas árabes, y Libia, con el bombardeo de la población civil por parte de Gadafi, se situó en primera línea. El Consejo de Seguridad aprobó entonces la resolución 1973, que autoriza el empleo de "todas las medidas necesarias" para defender a la población civil.

El jurista alemán Carl Schmitt nos advirtió que el signo definitivo del poder no es el armamento sino la capacidad de crear nuevas normas. Y la Administración Obama considera ahora, como la ONU, que la R2P se ha convertido en una nueva norma internacional. Pero la "responsabilidad de proteger" no desmiente a Schmitt, ya que la clave estará en quién decide y cuándo. Los escépticos argumentan que también los antiguos imperialismos intervenían porque se creían - el peso del hombre blanco-autorizados. Lord Balfour, por ejemplo, decía que el colonialismo británico tenía más rectitud moral que el alemán.

La práctica es otra cosa. Quién decidirá la intervención está claro: el Consejo de Seguridad. Pero su decisión dependerá de dónde se vaya a intervenir. Dicho de otro modo: si Gadafi se ha ganado la intervención, ¿por qué no el presidente sirio, Bashar el Asad, que también machaca a su pueblo? La pasividad internacional ante lo que sucede en Siria obedece, entre otras cosas, al hecho de que quienes han aceptado el deber de proteger ya admiten que no pueden abarcarlo todo. Y Libia es un buen ejemplo de esto. La Administración Obama se queja de que la mayoría de los países de la OTAN que apoyaron la intervención contra Gadafi ahora no combaten, como esta semana ha afirmado Arnold Chacón, ministro consejero de la Embajada de Estados Unidos en España, en el seminario "Nuevos paradigmas de defensa y seguridad", organizado en Toledo por el Ministerio de Defensa y la Asociación de Periodistas Europeos (APE). Y si a los europeos, que no aumentan sus gastos de defensa, se les ha acabado la munición cuando apenas han disparado en Libia, tampoco querrán ir a Siria, por lo que Estados Unidos no está dispuesto a asumir la factura.

Pero, además del debilitamiento de las ansias intervencionistas occidentales, resulta que el deber de proteger también depende de intereses contradictorios. ¿Por qué no en Siria? Porque Rusia y China se oponen. Y ¿por qué tampoco en Bahréin, donde los chiíes están siendo machacados? Porque la V Flota estadounidense tiene su base en Bahréin. La nueva norma es humanitaria, pero lo preocupante es el uso que puede hacerse de ella. Bush hijo utilizó el intervencionismo humanitario - al no aparecer las armas de destrucción masiva-para invadir Iraq. Y Vladimir Putin evocó la R2P para justificar su ataque a Georgia.

18-VI-11, Xavier Batalla, lavanguardia