´Tendencias del mundo ferroviario´, Quim Monzó

El jueves se cumplirá un año del accidente de la estación Platja de Castelldefels. Trece jóvenes murieron cuando atravesaban las vías del tren. Lo hacían no ya contra las normas, sino contra la sensatez, que sólo con que pienses un poco deja claro que hacerlo es peligroso en cualquier circunstancia, pero aún más si atraviesas en medio de un gentío. En medio de un gentío los movimientos del individuo se encuentran limitados por la habilidad, la falta de habilidad, la lentitud o la estulticia de los demás, y tu capacidad de razonar queda emparedada entre los muros del "¡Vamos, venga!". El gentío de hace un año iba a la verbena de Sant Joan que se celebraba en la playa. Deberían haber pasado por el túnel subterráneo, pero pensaron que habría demasiada gente y, como eran muy espabilados, tomaron la directa y pasaron por las vías. Justo entonces llegó un tren y los chafó. Trece muertos. Gran impacto social. Diarios, radios, televisiones... La noticia en primera plana. Gran debate: ¿de quién fue la culpa?, ¿por dónde podemos buscar los tres pies al gato?, ¿a quién le podríamos cargar los muertos?

Pasado mañana se cumplirá un año y todos los que frecuentan estaciones de tren ven cómo la gente sigue atravesando como si tal cosa. Nadie se acuerda de los trece muertos del año pasado. Tanto dan los carteles de advertencia y las amenazas de sanciones. Da igual que la Generalitat haya editado una guía con las normas para las fiestas que las noches de Sant Joan se celebran en las playas, con el recordatorio de que no hay que atravesar las vías. Mucha gente sigue atravesándolas para ahorrarse el minuto de más que necesitaría si pasara por el túnel. Las normas sirven de poco si la gente se las salta a la torera y, hoy, lo que mola es saltárselo todo a la torera. Sin movernos del mundo del ferrocarril, recordemos que este fin de semana el Diari de Girona explicaba que, el jueves, en la estación de Figueres un revisor vio a tres hombres que intentaban subir al tren sin billete, los pilló, los tres hombres se giraron, se le enfrentaron, lo hirieron y empezaron a lanzar piedras contra el convoy. ¿Dónde se ha visto que para subir al tren haya que pagar? Si la música y las películas te las descargas en internet por el morro, ¿ahora resulta que para subir al tren hay que pagar? ¡Anda ya!

Es difícil que la tragedia de hace un año se repita, pero la estupidez humana es tan formidable que nunca se puede descartar nada. Igual que cuando juegan el FC Barcelona y el Real Madrid hacemos porras a ver cómo acabará el partido, podríamos también hacer porras a ver, esta verbena de Sant Joan, cuánta gente muere por atravesar por donde no debe. Alguien dirá que es una porra macabra. Quizás sí, pero no olvidemos que nosotros sólo ponemos la porra; la parte macabra la ponen los que pasan las vías en el momento ideal para que un tren los aplaste.

21-VI-11, Quim Monzó, lavanguardia