significativo asesinato de un hermano de Karzai

Un general estadounidense lo comparó con Al Capone y nadie duda de que el asesinato de Ahmed Wali Karzai, el hombre fuerte del Gobierno en el indomable sur de Afganistán, hará correr mucha más sangre. Está en juego el control de la primera región productora de heroína y del principal teatro bélico del planeta, con tanto dinero como prisa por bajar el telón y mirar hacia otra parte. El alucinante viaje del hermano menor del presidente Hamid Karzai terminó ayer con un balazo en el estómago y otro en la cabeza, cuando salía del lavabo de su lujosa residencia en Kandahar. El asesino era un amigo y antiguo escolta. Los guardaespaldas le acribillaron acto seguido, aunque cuatro de ellos podrían haber muerto. Poco después, un portavoz de los talibanes identificaba al homicida como uno de los suyos, pero los entendidos no descartan ninguna hipótesis.

Para muchos afganos, ha caído el auténtico jefe de la mafia y un símbolo de la corrupción. Para otros, el casero de la CIA, ya que estaba a sueldo de la agencia desde el 2001 y le cobraba alquiler por ocupar la antigua residencia del jefe talibán, el mulá Omar, como cuartel general de la Fuerza de Choque de Kandahar, la milicia con la que la CIA le pertrechaba para poder sobrevivir en el sur de Afganistán. De todos modos, así como a su hermano Hamid a veces le llaman el alcalde de Kabul,el dominio de Ahmed Wali sobre la segunda ciudad del país era aún más exiguo y no paraba de deteriorarse.

Karzai despachó la muerte del más controvertido de sus hermanos durante la rueda de prensa celebrada con motivo de la visita de Nicolas Sarkozy. "Espero que las desgracias de las familias afganas terminen algún día", se lamentó un Karzai relativamente impasible. Y es que el hermano menor del presidente era también el mayor de sus bochornos, aunque renunciar a él significaba perder pie en la zona donde la insurgencia es más profunda. En la última y corrupta elección presidencial, Ahmed Wali imprimió cientos de miles de votos falsos y creó colegios electorales fantasma para apoyar a su hermano.

La prensa norteamericana, y Wikileaks después, han certificado que el Gobierno de EE. UU. conocía desde hace años la connivencia de Ahmed Wali Karzai con el narcotráfico. Él decía que ni era ni había sido nunca traficante y que si había vivido en casas de traficantes había sido sin su conocimiento. De hecho, le bastaba con cobrar por hacer la vista gorda. Cuando en muy raras ocasiones una patrulla descubría un cargamento, llamaba para deshacer el entuerto.

La caída de Ahmed Wali no supone un golpe mortal para la familia Karzai, cuyos tentáculos alcanzan desde concesionarios de Toyota hasta empresas de seguridad. El monumental flujo de fondos internacionales para pagar los salarios de funcionarios, policías y soldados pasa exclusivamente por el Kabul Bank, que pertenece en un 7% a la familia. Un banco en la cuerda floja, entre otras circunstancias, por los préstamos con que la familia ha comprado propiedades por cientos de millones de euros en Dubái.

13-VII-11, J.J. Baños, lavanguardia