Chávez y el arzobispo hacen de Ortega un nuevo (...) Somoza

Esta es la campaña de la multiplicación de los panes, donde Dios obra milagros para que el bien se establezca (…) porque para nadie es ajena la obra del Señor en Nicaragua, a través de este Gobierno y de los servidores sandinistas". Así reza el manual de estrategia electoral que la jefatura del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) distribuye entre sus militantes con el fin de lograr la reelección del presidente Daniel Ortega y el dominio de la Asamblea Nacional en los comicios del próximo 6 de noviembre. El objetivo: una Nicaragua "cristiana, socialista y solidaria".



Con mucha probabilidad, el Altísimo proveerá - todas las encuestas pronostican una victoria holgada del candidato del FSLN-pero, en cualquier caso, será gracias a la cartera de Hugo Chávez. De allí brota un maná distinto, que no llueve en el desierto sino en el entramado de empresas privadas que Ortega ha construido para administrar sin fiscalización pública la cooperación petrolera de su mecenas venezolano: unos 500 millones de dólares al año desde 2007.



"Con la privatización de esos fondos se apuntala la consolidación del régimen, que crea su propio grupo económico con el propósito de acumular poder y mantenerlo, además de fidelizar el voto cautivo del sandinismo, que ha crecido, y captar nuevos apoyos mediante programas sociales de clientelismo político", explica a La Vanguardia desde Managua el periodista Carlos Fernando Chamorro.



En la misma línea, dirigida a ampliar la base electoral del FSLN, se explica la conversión al catolicismo del ex ateo presidente nicaragüense y que le ha llevado, entre otras acciones, a patrocinar la penalización del aborto terapéutico con siete años de cárcel o a casarse por la iglesia con su compañera Rosario Murillo, en una ceremonia oficiada por el cardenal Miguel Obando y Bravo, arzobispo emérito de Managua y enel pasado enemigo de todo lo que oliera a sandinismo.



En otra conversión asombrosa, monseñor abraza hoy las causas del FMLN, que el pasado martes pretendía conmemorar el 32. º aniversario de su victoria sobre al dictadura de Anastasio Somoza con una misa revolucionaria para invocar al "Dios de los pobres" y tuvo que abandonar la idea ante la airada reacción de la jerarquía católica. "No se puede llamar misa a la concentración de un partido político", advirtió Silvio Báez, obispo auxiliar de la capital, que también criticó "la burda manipulación de la fe" y la calificó de "gravísima ofensa a la iglesia católica y a la gran mayoría del pueblo nicaragüense".

La iglesia - con la excepción de Obando-es la única institución que planta cara al nuevo rostro del sandinismo, "un híbrido de populismo, capitalismo de Estado, economía de mercado y principios religiosos; una mezcla muy confusa que gira alrededor del poder personal de Ortega y su mujer, en una capitanía bicéfala que ha eliminado a todo aquel que podía representar un desafío político", apunta vía telefónica Sergio Ramírez, ex vicepresidente con el FSLN.

El resto de la institucionalidad democrática ha sido cooptada por el orteguismo - versión del sandinismo plegada a los intereses del presidente-que ejerce un control absoluto del aparato electoral y el poder judicial, y que va estrechando su influencia sobre la policía y las fuerzas armadas. No es gratuito que el candidato a la vicepresidencia con Ortega sea el ex jefe del ejército y general retirado, Omar Hallesleven.

"El ejército y la policía son las instituciones más exitosas de la transición nicaragüense. Aunque tienen su origen en la guerrilla sandinista, se profesionalizaron y se despolitizaron. Ortega está revirtiendo esa conquista democrática, cooptando a las jefaturas.

Volvemos al viejo ciclo del somocismo, un sistema de guardia pretoriana que fusionó la policía con el ejército al servicio del dictador", agrega Chamorro.

La oposición, dividida y debilitada por la concentración de poder del presidente, nada pudo hacer cuando el Supremo, cuyos magistrados responden a los dictados de Ortega, declaró inaplicable el artículo constitucional que prohíbe la reelección en Nicaragua. Tampoco pudo combatir el amplio fraude electoral denunciado en las municipales del 2008. ¿Podrá ahora con un candidato que tiene línea directa con Dios y millones de petrodólares?

25-VII-11, E. Sabartés, lavanguardia