´Un arco de inestabilidad´, Xavier Batalla

Suez fue el canto del cisne del imperialismo británico, que pasó el testigo a Estados Unidos. Francia, que quiso castigar a Naser por su ayuda al argelino Frente de Liberación Nacional, tuvo que abandonar Argelia en 1962. Yel régimen nacionalista de Naser fue contagioso. En 1957, Habib Burguiba se convirtió en presidente de Túnez. En 1958 fue derrocada la monarquía que Londres instaló en Iraq. El Baas (Partido del Renacimiento Árabe)tomó el poder en Siria en 1963. Y en Libia, Gadafi depuso al rey Idris en 1969.

Los dirigentes nacionalistas de Egipto, Siria y Libia, se convirtieron en los nuevos monarcas. Aprendieron a protegerse de sus ejércitos y se hicieron con la economía. Pero ahora - ellos o sus herederos-temen perder hasta la camisa. Con las revueltas árabes, sin embargo, aún no se sabe a qué atenerse. William Hague, secretario del Foreign Office (Asuntos Exteriores), ha advertido esta semana en The Times de la "incertidumbre que se cierne sobre el arco de inestabilidad que va desde Marruecos hasta Omán". Seis meses después del inicio de las revueltas, sólo dos autócratas han sido derrocados. En Siria y Bahréin las protestas están siendo aplastadas. Y en Libia, pese a la intervención de la OTAN, el conflicto (el asesinato del jefe militar rebelde añade más incertidumbre) se ha estancado, por lo que Londres no descarta que Gadafi pueda quedarse en el país si abandona el poder.

La pieza más importante del arco es Egipto, donde Hague pronostica que "los próximos seis meses serán muy difíciles". Pero Libia también será decisiva. La desaparición de Gadafi sería grave para el presidente sirio, Bashar el Asad, y un alivio para muchos, incluidos los banqueros de Goldman Sachs, que en el 2008 ya le dieron un disgusto. Entonces, el fondo soberano libio (LIA) perdió el 98% de los mil millones de euros que había entregado a la firma de Wall Street para que los invirtiera.

La eventual caída de Gadafi aceleraría el final de El Asad, a quien Hague sólo da unos seis meses más en el poder. Pero el futuro del arco que va desde Marruecos hasta Omán continúa siendo incierto a causa de las divisiones sectarias, la pobreza y la contrarrevolución.

30-VII-11, Xavier Batalla, lavanguardia