Ortega, digno sucesor de Somoza

Managua. Otoño del 2016. El Consejo Supremo Electoral anuncia que Daniel Ortega gana su tercera presidencia consecutiva. Acaba de cumplir 71 años y espera lograr al menos otros tres mandatos. Tal vez entonces le pase el testigo a Rosario Murillo, desde 2006 primera dama de la República, además de jefa de comunicación del Gobierno y del partido y directora de protocolo del Estado. O quizá nombre heredero a alguno de sus ocho hijos, que en días recientes sellaron la compra de una de las dos únicas cadenas de televisión independientes que funcionaban en el país fuera de la órbita del emporio mediático familiar. Una red de negocios que se extiende, además, a la energía, la producción agrícola, el turismo, los casinos y exportaciones.

Son los frutos que la familia presidencial saborea hoy gracias a la victoria que el sandinismo transmutado en orteguismo logró en las elecciones presidenciales y legislativas de aquel domingo 6 de noviembre de 2011, en las que el ex comandante revolucionario se reelegía por primera vez, barriendo a la debilitada y dividida oposición, con una candidatura ilegal avalada por los jueces cooptados de la Corte Suprema y ratificada por el subordinado Consejo Supremo Electoral.

Gracias a ese triunfo, en el 2012 los Ortega institucionalizaron el régimen de partido único con reelección indefinida e instauraron los Consejos del Poder Ciudadano, a través de los que se ejerce de arriba abajo y en nombre de la democracia directa la línea de mando del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) sobre la sociedad.

¿Política ficción? "¡No! - exclama Sergio Ramírez, escritor y ex vicepresidente sandinista-eso ya es casi una realidad. Sólo iría a más: Ortega multiplicaría su poder económico para generar mayor poder político, limitaría las libertades públicas, aumentaría el control sobre la policía y el ejército para construir su guardia pretoriana a imagen y semejanza de la somocista, y volveríamos al autoritarismo puro y duro. En Nicaragua está en juego la supervivencia de la democracia; Ortega no quiere reelegirse una sola vez, violando el artículo de la Constitución que lo prohíbe, su proyecto es perpetuarse en el poder. Lo ha dicho en público y privado: no cree en el sistema democrático".

Las elecciones de hoy en la tierra de Sandino son, en efecto, trascendentales. Tanto, quizás, como las de 1990, cuando la mayoría de los nicaragüenses optó por el final de la guerra civil y la reconciliación nacional y dio la presidencia a Violeta Chamorro, expulsando a los sandinistas del poder. Sólo que, este domingo, la disyuntiva es distinta. Sin conflicto armado, sin contras ni migs soviéticos, y con los mejores indicadores económicos de la historia moderna del país - gracias a los petrodólares que envía Hugo Chávez y a los altos precios de las materias primas que el país exporta-los votantes deben elegir entre el plan de Ortega para instalarse indefinidamente en la presidencia o la candidatura del octogenario Fabio Gadea, empresario radiofónico, que aglutina alrededor del Partido Liberal Independiente (PLI) a los sectores que defienden la institucionalidad democrática.

El tercero en discordia, sin posibilidad alguna de victoria pero con vocación de quinta columna del oficialismo para dividir el voto opositor, es el ex presidente Arnoldo Alemán.

Las encuestas pronostican un triunfo de Ortega con el 48% de los sufragios, seguido de Gadea - muy popular en las zonas rurales-,que obtendría el apoyo del 31% de los electores. No obstante, algunos analistas llaman la atención sobre un importante voto oculto no sandinista que podría dar al traste con las predicciones de los sondeos. Sofía Montenegro, directora del Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco), indica que hay un 30% de ciudadanos que ya decidió por quién votar pero no lo ha manifestado y prevé una participación masiva. "El electorado está muy polarizado y eso es muy desventajoso para Ortega, que no va a aceptar un no como respuesta", asegura.

El fantasma del fraude sobrevuela, sin duda, la jornada. Nadie ha olvidado que en las municipales de 2008 las autoridades electorales bajo control del FSLN otorgaron 40 alcaldías al oficialismo de manera irregular. Desde hace semanas distintas organizaciones nacionales de observación electoral - que por primera vez tienen prohibido realizar su función de vigilancia-han venido denunciando manipulaciones en las listas del padrón y secuestro de cédulas de votación, además de lentitud deliberada en la acreditación de los interventores de los partidos.

Pero la tensión se agudizó en las últimas horas tras los incidentes registrados el viernes en poblaciones del norte y occidente del país, donde el sandinismo ha sufrido derrotas recientes. Allí, ciudadanos indignados que todavía no habían recibido su cédula de votación ocuparon las instalaciones locales del Consejo Supremo Electoral (CSE), se hicieron con los documentos y, en algunos casos, los entregaron al cura.

La misión de observadores de la Unión Europea, con 90 personas desplegadas sobre el terreno, no tiene todavía una estimación de la cantidad de cédulas retenidas, pero el jefe de la delegación y eurodiputado del PSOE, Luis Yánez, habló de intencionalidad del CSE y desautorizó a su presidente, que quiso minimizar los incidentes. "No puedo coincidir con el señor Roberto Rivas en que sea un tema inventado, o que sea un tema menor, o que sea un tema nimio", subrayó Yánez.

6-XI-11, E. Sabartés, lavanguardia