´El debate trilero´, Pilar Rahola

Fueron dos horas de simulacro de debate presidido por un periodista mudo y moderado por dos árbitros de básquet. Y así se fueron pasando la pelota con la única intención de meter canasta sin enseñar el juego. Por supuesto, no hubo preguntas, ni confrontación de programas, ni ideas osadas, sólo hubo reproches, insinuaciones y un "tú más" característico de la gramática de la política. Los niños se divirtieron, uno recordando que es un fajador aventajado, el otro demostrando que ya le han salido los dientes. Pero si los ciudadanos esperaban poner luz al túnel de la crisis con las propuestas de los dos candidatos, se quedaron sin bombillas, porque el debate no fue un debate, sino un divertimento. Y luego serán estos los que criticarán la televisión basura. Pues prefiero mil veces a cualquiera explicando libremente los cuernos que le han salido, que no a dos candidatos a la presidencia ninguneando la libertad informativa. ¿O eso no es basura, y de la menos reciclable?

¿Hasta cuándo permitiremos los periodistas estos simulacros que convierten el bien público de la información en una broma enfajada en las condiciones draconianas de los partidos políticos? ¿Se imaginan que los intensos face to face de Hillary Clinton y Barack Obama hubieran tenido esta tutela asfixiante? Nunca lo habrían permitido los periodistas norteamericanos. Pero aquí nos envainamos las reglas de los comisarios políticos de turno, ponemos cara de encantados, y permitimos que la cosa valga la friolera de 500.000 euros y vendemos al sufrido ciudadano que está ante el debate más importante de la historia. ¡Debe ser una broma, estimado Campo Vidal! Y así vamos sumando: bloques electorales obligatorios, imágenes cedidas por los propios partidos, ruedas de prensa sin derecho a preguntas y debates donde el periodista no puede preguntar y todo está hervido en la cocina de los candidatos.

Es una vergüenza mayúscula, un insulto a la democracia, una humillación al periodismo. Pero nada, a continuar vendiendo la moto, haciéndose fotos cual gallinas que acaban de ser devoradas por los zorros. Ya es el colmo que además de reírles las gracias, encima nos pongamos bien, encantados de que los dioses nos otorguen un ratito de su tiempo. ¿En qué momento de la historia olvidamos que la información es tan importante como la política, que formamos parte de las garantías de la democracia y que si la política tutela al periodismo, lo pervierte y lo inutiliza? Un periodista nunca puede estar mudo en un debate político, y si lo está, que no pongan a un periodista, que pongan a un figurante. Lo siento por Campo Vidal, que parecía feliz con su momento de gloria, pero fue de pena su papel, y no porque no sea un buen profesional, sino porque en ese formato era totalmente prescindible. ¿Para qué fue, para hacer de mudito de la Blancanieves? Para eso, que se quede en la Academia.

9-XI-11, Pilar Rahola, lavanguardia