buñuelesco NarcoMéxico

No iba a ser una operación rutinaria. Trasladar a 60 presos procesados por delitos federales a otra cárcel es toda una movida. Por eso, las autoridades enviaron a más de 500 efectivos, entre policías municipales, federales y miembros de la marina. Por eso, habían decidido llevarla a cabo por sorpresa y de madrugada, cuando el calor cede y los ánimos del hampa penitenciaria que habita el Centro de Reinserción Social de Acapulco se enfrían.

Hasta aquí, procedimiento de manual. Plan teórico. Pero la maniobra sobre el terreno en una prisión mexicana puede acabar con cualquier noción razonable sobre el submundo carcelario y convertirse en un espectáculo surreal. Una visión alucinantemente cruda y tangible del caudal de corrupción que fluye por las entrañas del sistema judicial.

Cuando el lunes entraron en el penal, los agentes procedieron a inspeccionar las instalaciones que tenía bajo su mando el alcaide Carlos Coronel, hoy sujeto a investigación, y tal vez a sueldo de alguno de los carteles del narcotráfico que se pelean la plaza. Era cerca de la medianoche y lo que encontraron fue, precisamente, un club nocturno con varias amenidades y en plena actividad.

De entrada, 19 prostitutas en acto de servicio, como aquellas visitadoras de Pantaleón Pantoja en la selva de Iquitos pero en versión correccional, además de seis reclusas que habían abandonado sus celdas de la sección femenina para instalarse en la zona de hombres.

Los inspectores se toparon luego con dos grandes costales repletos de marihuana. Más adelante ubicaron 100 pantallas de televisión de plasma, led y LCD con sus correspondientes videojuegos, junto a numerosas armas punzocortantes y una extensa botellería de bebidas alcohólicas.

Pero el hallazgo más asombroso fue el de los 100 gallos de pelea y los dos pavos reales que los reclusos criaban. Los primeros para las apuestas y los segundos para, se supone, el goce visual.

"Se descubrió de todo", dijo el portavoz del gobierno local, Arturo Martínez, al informar que el operativo forma parte del programa Guerrero seguro, con el que autoridades federales y estatales buscan contrarrestar el fuerte repunte de actividades delictivas y del narcotráfico en Guerrero y su principal ciudad, Acapulco.

No es la primera vez que una inspección carcelaria arroja sorpresas de este tamaño. En los últimos meses, en prisiones del norte de México se han hecho operaciones de revisión similares con resultados igualmente pasmosos. En septiembre fueron localizados en una penitenciaría del estado de Sonora 36 minibares, refrigeradores, consolas de videojuegos y teléfonos móviles. Algunos internos fueron sorprendidos realizando un sorteo para rifar una celda de lujo que habían equipado con una nevera, un reproductor de DVD y aire acondicionado.

En mayo, en una cárcel del estado de Chihuahua, las autoridades encontraron una celda habilitada como bar, en la que los reos podían beber cerveza, tequila y vodka. El lugar también contaba con mesas de billar.

El caso más escalofriante, sin embargo, ocurrió en agosto del 2010 cuando la directora de un centro penitenciario de Durango fue detenida por proporcionar armas y dejar salir de noche a un grupo de sicarios presos que cometían asesinatos y luego regresaban a dormir a sus celdas.

10-XI-11, E. Sabartés, lavanguardia