los Hermanos Musulmanes abandonan Tahrir

- Tahrir planta cara a la Junta Militar egipcia, 22/23-XI-11
- ´El poder militar en Egipto´, Robert Springborg 
- ´El futuro de Egipto´ (I), Fawaz A. Gerges 
- ´El futuro de Egipto´ (II), Fawaz A. Gerges 

Una multitud clamaba ayer contra la  junta militar en la plaza Tahrir, pero los Hermanos Musulmanes no estaban allí: los islamistas rezaban en la mezquita de Al Azhar por la "liberación" de Jerusalén. Incluso la Voz de la Juventud Palestina, a través de su página de Facebook, se mostró perpleja y rechazó que "se use a Al Aqsa y la causa palestina para atacar la revolución en Egipto".

Por primera vez desde la caída de Hosni Mubarak en febrero, los Hermanos Musulmanes han dado la espalda a Tahrir, convertida de repente en un obstáculo en su camino al poder.



Lo curioso es que esta segunda revolución egipcia estalló hace una semana cuando los islamistas - no sólo la cofradía sino también sus aliados más radicales, los salafistas-convocaron una gran manifestación contra la junta militar, después de que se supiera que el ejército pretendía arrogarse el papel de "guardián de la legitimidad constitucional" en la futura Carta Magna. Cuando, ya de noche, las masas se fueron a casa y en la plaza sólo quedaban grupos de jóvenes, se produjo el ataque de las fuerzas de seguridad. La represión encendió otra vez la mecha.

El interés de los Hermanos Musulmanes por mantener a toda costa las elecciones legislativas del lunes, en las que se ven favoritos, ha pesado más que nada en su cálculo. Les ha llevado a pactar con los militares, dar el visto bueno a su nuevo calendario de transición -aunque sigue lleno de sombras- y el lunes anunciaron que no participarían en más manifestaciones.



La cofradía no ha parado de justificar su decisión desde entonces. En todos los actos que han celebrado por el país, alguien se les ha acercado y les ha pedido explicaciones. Argumentan que su participación en las protestas sólo habría traído más represión con la excusa de la amenaza islamista y ven una mano negra detrás de la violencia en Tahrir como maniobra para anular las elecciones y torpedear la transición democrática. Ayer, un miembro de los Hermanos Musulmanes acusó en televisión a Israel y a Estados Unidos, dos chivos expiatorios infalibles en el mundo árabe.

La decisión islamista de abandonar Tahrir a su suerte ha ahondado las fracturas en el seno de un movimiento tan amplio como diverso. De entrada, ha subrayado la creciente tensión entre la cúpula de la cofradía y la dirección del Partido Libertad y Justicia (PLJ), la nueva formación creada para concurrir a las elecciones. El secretario general del PLJ, Mohamed Beltagi, ha dicho abiertamente que es un error, intuyendo que la credibilidad del islamismo queda cuestionada y acaso puede perjudicarle en los comicios. Lo cierto es que cuando desobedeció a sus superiores y se plantó en la plaza Tahrir la noche del domingo, fue expulsado por un grupo de jóvenes indignados con la traición islamista.



Horas después, la cúpula de los Hermanos Musulmanes emitió un comunicado desautorizándole y recordando que no es el portavoz del grupo.

La más profunda es la fractura entre la vieja guardia y las juventudes, que se han negado a abandonar Tahrir. De hecho, la brecha generacional ha costado al partido varias escisiones en los últimos meses.

Cansado de chocar con la cúpula por sus "valores anticuados" y muy crítico con la alianza con los salafistas, Islam Lotfi, ex jefe de las juventudes de los Hermanos Musulmanes y quien fue uno de los líderes juveniles de Tahrir en las protestas que tumbaron a Mubarak, ha acabado formando su propio partido, más centrista e inspirado en el islamismo moderado del AKP turco, con otros jóvenes antiguos hermanos. Concurren a las elecciones en la coalición La Revolución Continúa, junto a partidos laicos liberales y de izquierda, y que aglutina a muchos jóvenes de Tahrir.

La ruptura intergeneracional no sólo afecta al islamismo. Late detrás de la segunda revolución que sacude a Egipto, un país que está hoy dividido como nunca lo estuvo en los días de la revuelta contra Mubarak. Muchos de los jóvenes que se manifestaban ayer en la plaza Tahrir contaban que, en cambio, sus padres habían ido a Abasiya, donde se había organizado una contraprotesta en apoyo a la junta militar.

26-XI-11, G. Saura, lavanguardia

En un comunicado, el Consejo Supremo Militar ha llamado a "los honorables ciudadanos egipcios" a detener a toda persona que les resulte sospechosa, entre alusiones constantes en la televisión pública a la supuesta infiltración de espías extranjeros para sembrar el caos en Egipto. Es una estrategia que también usó Mubarak en sus últimos días en el poder y que, como ocurre ahora de nuevo, se tradujo en agresiones a extranjeros y periodistas. El investigador del centro Brookings Shadi Hamid, egipcio-estadounidense, contaba ayer en su Twitter que un taxista le entregó violentamente a la policía al notar que era extranjero. Le dejaron ir después de interrogarle.

26-XI-11, lavanguardia

Estados Unidos abandonó ayer la equidistancia en que se había refugiado en los últimos días a la hora de abordar las tensiones en Egipto. En un comunicado, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, instó a los militares a ceder el poder "de forma completa" a un gobierno civil "tan pronto como sea posible".

EE. UU. es un aliado y un benefactor de las fuerzas armadas egipcias, que durante el relevo de Hosni Mubarak el pasado febrero mantuvieron un contacto estrecho con el Pentágono. Durante la transición egipcia, Washington se ha visto dividida entre la alianza con los militares, el apoyo a la democratización y el temor a que elementos radicales - antiamericanos y antiisraelíes-controlen el poder.

26-XI-11, lavanguardia

La calle que conduce al Ministerio del Interior es un campo de batalla, de enfrentamientos entre los jóvenes de Tahrir y los agentes de las fuerzas de seguridad. Han sido armadas barricadas, alambradas en los alrededores del Ministerio, junto a la Universidad Americana, vigiladas por soldados con cascos que separaban ayer a los policías de los grupos de manifestantes. Esta calle, para unos frente de protección del ministerio, para otros línea de defensa de los ocupantes de la plaza de la Liberación, se ha convertido en el símbolo de la lucha entre el poder militar y la revolución del pueblo.

Pero si ayer, en este viernes bautizado de la "última oportunidad", decenas de miles de manifestantes volvieron a congregarse en Tahrir para pedir, con las mismas palabras con que exigieron la dimisión en febrero del presidente Hosni Mubarak, la renuncia del mariscal Tantaui y el final del Consejo Supremo Militar, otros ciudadanos, partidarios del régimen, se reunieron en Abasiya, cerca del Ministerio de Defensa, para apoyar su autoridad impugnada.

La división de Egipto se agrava ante las elecciones del próximo lunes, que el ejército, los Hermanos Musulmanes e importantes sectores de la población quieren celebrar, mientras las fuerzas liberales de la oposición, animadas con el espíritu de Tahrir, y otros grupos nacionales rechazan o, por lo menos, desean boicotear.

En previsión de enfrentamientos en el día de las elecciones, ya se han dado órdenes de reforzar las patrullas militares que deberán ayudar a la policía a mantener el orden público en torno a las urnas. Las autoridades también anunciaron que, en lugar de un único día como estaba previsto, la votación se alargará lunes y martes.

El flamante primer ministro designado, Kamal Ganzuri, de 78 años, que ya ocupó el cargo con Mubarak, hizo saber que no formará gobierno hasta después de las elecciones. En un intento de negar ser un títere de los militares, Ganzuri aseguró que "los poderes que se me han otorgado superan por mucho a las que se han dado a ningún otro gabinete", y que logrará "prerrogativas completas para servir a Egipto"...

El nuevo primer ministro desempeñó el cargo entre 1996 y 1999, bajo el presidente Mubarak, pero después tomó distancias con respecto a su política. Popular en Egipto, donde le llegaron a calificar de "ministro de los pobres", y hasta algunos activistas llegaron a proponerle como candidato a las futuras elecciones presidenciales, ahora su designación ha sido muy mal acogida en la plaza Tahrir.

Miles de manifestantes han vuelto a arraigarse en la plaza, levantando tiendas, organizándose para una larga estancia, decididos a no abandonarla hasta conseguir la dimisión del Consejo Supremo Militar y el establecimiento de un gobierno civil.

Varios movimientos de jóvenes presentaron una lista de cinco nombres para reemplazar a Ganzuri, entre los que se encontraba el de Mohamed el Baradei. El antiguo jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica y premio Nobel de la Paz se presentó ayer en la plaza y fue aplaudido, aunque su fuerza política es muy relativa en Egipto.

El imán de la gran mezquita de Al Azhar, Ahmed el Tayeb, en sus plegarias del viernes pidió que los militares renunciaran al poder y animó a los manifestantes a continuar su ocupación. Es una toma de posición contra el poder muy inusual de una figura, el gran imán de Al Ahzar, nombrado por el jefe de Estado.

En Tahrir, entre sus corros y mentideros, cruzaban grupos de jóvenes, a veces tañendo los derbake o timbales gritando "¡Tantaui fuera!", "¡Vete Tantaui!", con los mismos lemas que se utilizaron contra el rais Mubarak.

En los sucios arriates de la rotonda de la mole gris de la Mogama, símbolo de la kafkiana Administración de Egipto, entre blogueros conocidos, jóvenes con ordenadores y teléfonos móviles desde los que envían sus mensajes en Facebook o Twitter, un profesor universitario comentaba que "el poder militar no tiene ningún derecho a dirigir la transición política, porque representa la continuación del régimen de Mubarak y constituye su vieja guardia".

En otra plaza de la capital, la de Abasiya, los partidarios del poder militar denunciaban que se habría tramado una conjura contra el ejército y que el caos amenaza Egipto. La manifestación anti-Tahrir fue también multitudinaria, y todo va fomentando el viaje de Egipto hacia la polarización y el cansancio.

Los Hermanos Musulmanes, que apoyan a la junta militar y la celebración de las legislativas, convocaron ayer una protesta contra Israel en la mezquita de Al Azhar.

26-XI-11, T. Alcoverro, lavanguardia