dura guerra política en Kuwait

El generoso Estado de bienestar ha protegido a Kuwait de las protestas populares que desde hace un año sacuden a los países árabes. El blindaje, sin embargo, se rompió ayer cuando cientos de personas ocuparon el Parlamento para exigir la dimisión del primer ministro, al que acusan de ser un corrupto. El emir ordenó a la Guardia Nacional y al Ministerio del Interior que tomaran "todas la medidas necesarias" para garantizar la seguridad.

El asalto se cocía desde hacía meses. Ayer por la mañana, un grupo de opositores marchó hacia la casa del primer ministro, Naser al Mohamed al Sabah, de 71 años de edad, sobrino del emir, Sabah al Ajmad al Sabah. La policía les impidió el paso. Cinco manifestantes fueron heridos por golpes de porra. Entonces fueron hacia el Parlamento. Allí no encontraron resistencia.

Ocuparon la sala, cantaron el himno nacional, expusieron sus demandas y se marcharon. "Ahora esperamos la disolución del Gobierno y del Parlamento. Hasta que no suceda, este habrá sido el primer paso de muchos", declaró el opositor Musalam al Barak. "Sólo tememos a Dios", añadió.

La democracia kuwaití está tutelada por la familia real. Hay una Constitución y elecciones, donde las mujeres pueden votar y ser votadas, pero en realidad es el emir quien designa al primer ministro. Su sobrino Naser no lo ha tenido nada fácil desde que fue designado en febrero del 2006. La sombra de la corrupción lo acompaña. Los diputados de la oposición intentan interrogarlo en el Parlamento, conforme a la Constitución, pero la familia real considera que sería un deshonor. Antes que hacerlo declarar, el emir prefiere disolver el Gobierno y convocar elecciones. Lo ha hecho ya seis veces desde el 2006. Ahora no está claro que esta solución vaya a servir de algo. Kuwait no había vivido una jornada de violencia política como la de ayer.

La oposición, hasta ahora, ha sido pacífica. Se concentra una vez por semana frente al Parlamento. Acusa a 16 de los 50 miembros de la Asamblea de cobrar sobornos a cambio de apoyos políticos. Este dinero sucio, estimado en 260 millones de euros, se habría cobrado en el extranjero.

El escándalo forzó, hace un mes, la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores. El emir podría haber sacrificado a su sobrino, el primer ministro, pero ayer ordenó mano dura. La policía recogió huellas dactilares en el Parlamento que servirán para procesar a los asaltantes.

La oposición quiere que se forme un gobierno popular, es decir, sin miembros de la familia real. El emir, sin embargo, parece más inclinado a reforzar aún más su preeminencia política.

El recurso a la policía y la Guardia Nacional podría aumentar el malestar entre los kuwaitíes. La policía no se anda por las ramas. En sus calabozos murió el pasado mes de enero un hombre al que habían detenido por venta ilegal de alcohol. La supuesta tortura forzó la dimisión del ministro del Interior. La primavera asoma en el conservador y anodino emirato de Kuwait.

18-XI-11, agcs, lavanguardia

El primer ministro de Kuwait, Naser al Mohamed al Sabah, y su Gobierno dimitieron ayer en respuesta a una escalada de las demandas de manifestantes y diputados de la oposición, que pedían su renuncia con acusaciones de corrupción. Las tensiones aumentaron este mes cuando congresistas y manifestantes irrumpieron en el Parlamento exigiendo la renuncia. En el trasfondo hay una larga batalla entre el Ejecutivo, dominado por la familia Al Sabah, y los 50 miembros del Parlamento electo. El emir, que nombra a todo el gabinete, aceptó la dimisión a pesar de que había dicho que no lo haría.

29-XI-11, lavanguardia