īCiencia y alta fragilidadī, Francesc-Marc Ālvaro

Joan Massagué, una de las primeras autoridades mundiales en la investigación del cáncer, ha advertido del riesgo de pérdida de la excelencia alcanzada en ciencia de vanguardia en España durante la última década. Massagué ha recordado que los centros donde esta tarea investigadora se lleva a cabo son de creación reciente y “de alta fragilidad”. En Catalunya tenemos, tanto en el campo privado como en el público, iniciativas importantes, quizás no lo bastante conocidas por el gran público, que proyectan nuestro país en el mundo y en los entornos más adelantados de disciplinas de gran impacto, como puede ser la biomedicina. La colaboración entre instituciones académicas y empresas también es destacable, aunque algunas veces se critica desde el prejuicio y el desconocimiento, cómo hicieron ayer algunos portavoces de los universitarios en huelga. Hay investigadores que se han convertido en empresarios, una apuesta que no debería ser extraña, si queremos que el concepto “economía del conocimiento” no sea sólo una etiqueta que se pone en los programas electorales para dárselas de moderno.

Deberíamos hacer mucho caso de las palabras de Massagué. La crisis económica, los inevitables recortes y el tradicional menosprecio hispánico hacia la cultura científica amenazan nuestra verdadera soberanía como sociedad adulta. ¿Si no hacemos ciencia, qué hacemos? Siempre me ha resultado paradójico que los representantes de la cultura artística y literaria tiendan muy fácilmente a la queja cuando ven amenazados sus espacios mientras los científicos, en cambio, se pasan de discretos y de pacientes. Todo es importante para el ciudadano, pero la investigación científica en áreas estratégicas debería estar blindada, incluso en un contexto tan crudo como el actual.

18-XI-11, Francesc-Marc Álvaro, lavanguardia