ŽUna lucha en el peor contextoŽ, Tamara Djermanovic

Una lucha en el peor contexto

Anna Politkovskaya se hallaba en Barcelona invitada por el Comitè d´Escriptors Empresonats, del PEN Club, en otoño del 2002, poco después de haber mediado en el asalto del teatro Dubrovka, en Moscú, entre el comando checheno y el Gobierno ruso. Aceptó también pronunciar una conferencia en la Universitat

Pompeu Fabra, proponiendo como título Rusia y Chechenia.Me acuerdo de su paso firme, su mirada franca y su discurso sincero, informativo, profundo y nada críptico a la hora de tener hipnotizada el aula abarrotada de estudiantes y profesores, hablando con una inmediatez y un conocimiento de causa singulares.

"Siempre acepto hablar a los estudiantes, es un público muy importante", dijo cuando avanzábamos por los pasillos del campus Ciutadella, y enseguida se veía que, más allá de buena periodista o investigadora, era una de esas personas llenas de un coraje y un humanismo extraordinarios, que por encima de las razones profesionales o nacionales encarnan la lucha por una justicia y una libertad prácticamente imposibles de conseguir en el contexto que les ha tocado vivir pero que, sin embargo, no abandonan aun sabiendo que esto les puede costar la vida.

Politkovskaya habló de su experiencia como reportera, sobre lo que vio en sus largos viajes y sus estancias en tierras chechenas, entrevistando a la gente, entrando en sus hogares, describiendo las tragedias personales que están detrás de la guerra y denunciando la estupidez y la brutalidad de dirigentes de ambos bandos. Consecuencia de todo ello, retrató con un ejemplo muy ilustrativo: "En Chechenia los niños crecen con el fusil en la mano y el odio ancestral hacia todo lo ruso".

Revelando las tácticas y la hipocresía del Estado ruso dirigido por Putin, la periodista quería abrir los ojos a sus compatriotas respecto a la política sin salida que se lleva a cabo con Chechenia, advirtiendo que esto a la propia Rusia le puede costar muy caro. Actualmente estaba sumergida en una investigación sobre la tragedia de la escuela de Beslan y la responsabilidad del Gobierno de Putin en el fatídico desenlace.

Cuando hablaba en el aula, me acuerdo, Anna lo hacía con la misma inmediatez y espontaneidad que caracterizan sus libros o artículos; retratando lo absurdo que acompaña esta (y cualquier otra) guerra, simplemente dando voz a las madres, soldados, jóvenes que sirven como conejillos de indias, sintiendo una empatía profunda por el sufrimiento civil, independientemente de las etnias. El aplauso que resonó al concluir su conferencia manifestaba que la periodista rusa llegó a transmitir lo profundo del asunto a un público nada experto. Los estudiantes la paraban para expresar el impacto que les produjo ver en persona una valentía y una claridad tan poco frecuentes. Politkovskaya sonreía algo seriamente, tímidamente, dejando claro con sus gestos que hubiera preferido no tener que estar aquí y hablar de estas cosas.

Cierta fama alcanzada, diríase, le pesaba, pero comprendía que era su compromiso moral. Su desaparición la hubiera podido desear más de uno, como hoy seguramente mucha gente rusa, chechena o europea lamenta a la vez que agradece haber tenido la posibilidad de ver a través de su figura una lucha sin concesiones por la libertad y la justicia, valores tan frágiles y que personas como ella se atreven, no obstante, a perseguir y afirmar.

TAMARA DJERMANOVIC, profesora de la facultad de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra.
lavanguardia, 9-X-06.