judios laicos contra talibanes judíos

Ayer, en la línea 49 de autobús de Jerusalén, un ultraortodoxo se dirigió a una joven que cumple su servicio militar y volvía a su base y le pidió que se sentara en la parte trasera del vehículo público para que los hombres y las mujeres no se mezclaran. Ella se negó y él le llamó "prostituta". La chica llamó a su padre llorando y este la convenció de acudir a la comisaría. "No es la primera vez que le molestan en esta línea, pero yo le dije que no podemos doblegarnos ante ellos", declaró el padre. La policía detuvo inmediatamente al ultraortodoxo, contra el que serán presentados cargos.



El Ministerio de Transportes, por su parte, publicó un comunicado en el que pide a las mujeres afectadas que lo denuncien.



En Israel, la minoría ultraortodoxa, los llamados jaredim o piadosos, está provocando una gran tormenta, y no solamente en los transportes públicos. Por un lado, los jaredim intentan impedir que las mujeres canten en actos públicos porque eso "despierta sentimientos negativos en los hombres". En Jerusalén, donde hay una gran concentración ultraortodoxa, presionan al Ayuntamiento para impedir que se exhiban carteles con fotos femeninas. Se trata de menos del 10% de la población israelí, pero debido al sistema electoral, de carácter proporcional, gozan de gran poder político y son cruciales para formar coaliciones. Así, partidos como Shas y Judaísmo de la Torá tienen posiciones clave en el Ejecutivo y en el Parlamento. Por otra parte, el crecimiento demográfico de los jaredim es más rápido que el del resto de los israelíes.

La mayoría laica está reaccionando con firmeza. El primer ministro, Beniamin Netanyahu, se enfrentó a sus aliados al reiterar que "nadie tiene derecho a imponerse a los laicos". En la Bíblia, recordó, "Débora y Míriam cantaban y Yael luchaba por la independencia de nuestro pueblo. El intentar alejar a las mujeres de la vida contradice los valores de la Biblia y del judaísmo y se opone a los valores democráticos del Estado de Israel (...) No aceptaremos que escupan a las mujeres en la calle por su forma de vestir".

Todo empezó con una agresión de radicales ultraortodoxos de la ciudad de Beit Shemesh a una niña de ocho años, Naama Margulies, a la que acusaron de vestir de forma "inmodesta". El martes, diez mil personas se manifestaron en sus calles gritando "Beit Shemesh no es Teherán". La ciudad tiene 90.000 habitantes, y al menos el 65% de la población mira con preocupación el crecimiento ultraortodoxo.



"Bajo ningún concepto nos vamos a marchar de la ciudad. Nos preocupa que pretendan convertir Beit Shemesh en una ciudad jaredit sin que nos hayan preguntado al respecto", declaró Hadasa Margulies, madre de la niña agredida. "Nadie tiene derecho a imponer la oscuridad", añadió encendiendo las velas de Janucá, la fiesta de la luz.

A la manifestación acudieron ortodoxos moderados, tradicionalistas y laicos para protestar por la "opresión de los piadosos" y por el plan del Gobierno de construir en Bet Shemesh viviendas para 150.000 ultraortodoxos. "Nosotros también queremos casas subvencionadas. No tienen el derecho a cambiar el carácter de nuestra ciudad, que siempre fue moderada y abierta a todos", afirmaban sus habitantes.

Uno de los carteles decía: "Netanyahu, la bomba iraní ya ha explotado, aquí, en Beit Shemesh".

Entre los manifestantes había muchos religiosos, ortodoxos y moderados, que quieren detener la jaredización,la ola fundamentalista religiosa. Entre las oradoras, diputadas tanto de la izquierda como de la derecha. "Una ola turbia y radical está amenazando a la sociedad israelí, y las mujeres debemos hacerle frente antes de que sea tarde", reza el comunicado firmado por mujeres de todos los sectores de la sociedad, encabezadas por la líder de la oposición, Tzipi Livni.

Para la periodista Linoy Bar Geffen, los israelíes exigen unas nuevas reglas de juego entre la religión y el Estado. "En verano - dice-,400.000 jóvenes pidieron hacer lo mismo en el campo económico, exigiendo más igualdad. Ahora la mayoría israelí pide igualdad en las relaciones entre la mayoría laica y tradicionalista y la minoría ultraortodoxa".

29-XII-11, H. Cymerman, lavanguardia