indigna indecencia estatal italiana

Guerra sin cuartel a la casta.La denostada clase política italiana y el privilegiado cuerpo de funcionarios que trabaja para ella sufren estos días un acoso sin precedentes en la opinión pública. En tiempos de crisis y de forzada austeridad, causa escándalo saber que los parlamentarios italianos son los mejor pagados de Europa y que un taquígrafo del Senado puede llegar a ganar 290.000 euros brutos al año, casi tanto como el rey de España.

"El Senado no ha confirmado ni desmentido", se limitó a decir un amable portavoz de la Cámara alta, en tono de buen humor, cuando La Vanguardia llamó para verificar si la noticia aparecida ayer en la portada del Corriere della Sera era cierta. La comparación entre los sueldos del taquígrafo y del rey Juan Carlos es muy simbólica para la republicana Italia, que siempre suele mirar a España, con un doble sentimiento de simpatía y rivalidad, para calibrar las fortalezas y debilidades recíprocas.

Los taquígrafos no son los únicos profesionales excelentemente remunerados por servir a los padres de la patria, si bien en los próximos tres años, debido al plan de ajuste, sufrirán, como todos quienes superan los 150.000 euros, un recorte del 10%. Los empleados del Senado y de la Cámara de Diputados han ido acumulando complementos que han hecho posible unos salarios finales estratosféricos que siguen cobrando, con leve merma, cuando se jubilan. Hace unos meses se supo que los barberos del Parlamento pueden llevarse hasta 160.000 euros brutos al año. Según el Corriere della Sera,algunos altos funcionarios del Senado reciben salarios antes de impuestos que están por encima de los 400.000 euros anuales. No perciben tanto dinero ni el presidente de la República, Giorgio Napolitano, ni su homólogo estadounidense, Barack Obama.

El debate nacional sobre el costo de la clase política no se originó por los supersueldos de los funcionarios parlamentarios sino por lo que cobran los diputados y senadores. El país lleva tiempo deseoso de ajustar cuentas con la casta,un término peyorativo que se ha incorporado a la lengua italiana y dice mucho sobre el estado de ánimo social. El clamor anticasta obligó al gobierno de Silvio Berlusconi, en julio pasado, a introducir una medida en el plan de ajuste financiero. Se decidió que una comisión realizara un estudio comparativo sobre lo que cobran los parlamentarios europeos. El objetivo, incluido en la ley sobre el ajuste, era que el sueldo de los diputados y senadores se oriente en el futuro a la media de lo que reciben en el resto de la UE, con pequeñas correcciones que tengan en cuenta el coste de la vida y el PIB nacional.

La comisión, encabezada por el presidente del Instituto de Estadística (Istat), el profesor Enrico Giovannini, presentó sus conclusiones provisionales el pasado 31 de diciembre. El informe ratificó lo ya sabido, que los parlamentarios italianos reciben unos emolumentos brutos muy superiores a sus homólogos europeos. Es mayor su salario base y también los complementos. La prensa y la televisión italianas han destacado la significativa diferencia con España, cuyos parlamentarios están entre los más modestamente pagados del mundo desarrollado.

La reacción de los onorevoli - diputados y senadores-no se ha hecho esperar. Argumentan, con parte de razón, que la presión fiscal que soportan es más fuerte que en otros países y que, por tanto, su salario neto acaba siendo similar o incluso inferior. Callan, sin embargo, sobre partidas como los gastos de representación y de secretaría - 3.690 euros mensuales, libres de impuestos-que reciben y administran con total discrecionalidad, o las dietas, otros 3.503 euros limpios de polvo y paja. Muchos diputados pagan sueldos de miseria a sus ayudantes - algunos han dicho cobrar 600 euros al mes-,con frecuencia en negro.

Los diputados más vociferantes y autodefensivos son los del centroderecha. Hablan de una campaña demagógica. Giuliano Cazzola, del Pueblo de la Libertad (PdL), el partido de Berlusconi, ha calificado el debate de "polémica fascistoide". La discusión sobre el sueldo va ligada a otra también importante, la de reducir de manera drástica el número de diputados y senadores (hoy casi 1.000, en total).

El primer ministro, Mario Monti, hizo el gesto de renunciar a su sueldo, aunque conserva el de senador vitalicio y su pensión de ex comisario europeo. Sobre el coste de la política, Monti afirmó que lo peor no son los salarios sino que, durante demasiados años, los políticos italianos tomaron decisiones equivocadas porque priorizaron sus intereses electorales frente a las necesidades del país. El tecnócrata Monti suele ser implacable con los políticos que fueron a buscarlo cuando Italia se asomó al abismo.

5-XII-11, E. Val, lavanguardia