primer veredicto del Tribunal Penal Internacional

Victoria para Ray. Y para Abraham. También para Kellyna, Jorge o Fred. Según Unicef, hay entre 250 y 300 mil niños soldados en el mundo, un tercio de ellos en África. Ayer se derribó el primer muro para acabar con ese horror. En el primer veredicto en sus diez años de historia, el Tribunal Penal Internacional (TPI) declaró culpable de crímenes de guerra al jefe rebelde congoleño Thomas Lubanga por reclutar a menores de quince años como soldados en la guerra civil de Ituri, en el nordeste de la República Democrática de Congo.

Se le acusa de utilizar a niños y niñas –algunos de apenas nueve años– como guerreros a los que enviaba a primera línea de fuego y utilizaba como sirvientes o esclavas sexuales. Los jueces fallaron por unanimidad y decidirán más adelante la pena, que podría ser cadena perpetua. El TPI no puede dictar pena de muerte. Lubanga tiene 30 días para apelar.

Géraldine Mattioli-Zeltner, directora de la sección de Derecho Internacional de Human Rights Watch, mostró la satisfacción de quienes luchan contra el horror de los niños obligados a asesinar. “El veredicto contra Lubanga es una victoria para miles de niños forzados a luchar en las brutales guerras del Congo. Los comandantes militares de este país y de otros estados deben tomar nota de este mensaje del CPI: utilizar niños como arma de guerra es un crimen que les puede llevar al banquillo de los acusados”.

Los jueces consideraron probado que Lubanga, jefe de la rebelde Unión de los Patriotas Congoleños, planificó la creación de un ejército para controlar la región de Ituri, zona con reservas de oro castigada por grupos armados congoleños, ugandeses y ruandeses.

Los enfrentamientos sangrientos, que se vistieron de conflicto étnico entre los lendu (agricultores) y los hema (ganaderos) sirvió de
excusa a señores de la guerra como Lubanga para sembrar el caos y enriquecerse. Se calcula que el conflicto dejó más de 60.000 muertos.

Lubanga, psicólogo de 51 años y padre de siete hijos, escuchó ayer sin inmutarse el veredicto. Él se declara inocente. Investigaciones de la ONU y de grupos locales de defensa de los derechos humanos, opinan diferente. Y van más allá de su culpa, por la que fue juzgado ayer, la de reclutar a niños para luchar.

Varios informes acusan a lamilicia de Lubanga de masacres por razones étnicas, torturas, violaciones y pillaje. Denuncian hechos aterradores: en diciembre del 2002, los hombres de Lubanga secuestraron a unas 100 personas –hombres, niños y mujeres de la etnia lendu en Kilo, cerca de una mina de oro, les obligaron a cavar su tumba y los ejecutaron a martillazos en la cabeza.

Amnistía Internacional celebró el veredicto pero lamentó que la fiscalía no hubiera actuado contra otros crímenes cometido por los soldados de Lubanga. La satisfacción fue a medias porque Bosco Ntaganda, colaborador de Lubanga, en búsqueda y captura por el CPI por los mismos crímenes, vive tranquilamente en la RD Congo e incluso es general del ejército de este país.

El activista congoleño Kambale Musavuli, portavoz de Amigos del Congo, se debatía entre la alegría y la rabia.“Es una gran noticia que hayan declarado culpable a un criminal como Lubanga, pero han pescado al pez pequeño y han dejado libres a los tiburones. La responsabilidad pasa por altos mandos del ejército como Ntaganda y llega a los presidentes de Uganda y Ruanda. Los congoleños, seguimos esperando”, dijo Kambale por teléfono.

Pese a las críticas, el veredicto habría parecido un milagro hace una década. Cuando el fiscal jefe Luis Moreno Ocampo entró en las oficinas vacías del CPI en La Haya en 2002 dijo que crear un tribunal con tal ambición. había sido “una misión imposible”.

15-III-12, X. Aldekoa, lavanguardia