´Catalunya global y liderazgo´, Ferran Requejo

Tras los avatares, aún no finalizados, del proceso estatutario, Catalunya enfila una nueva etapa de su vida colectiva. Creo que es de interés para los más de siete millones de catalanes actuales, con independencia de cuál sea su origen, la lengua habitual que emplean, su sexo, su clase social, etcétera, reflexionar sobre el futuro del país, sobre sus objetivos y potencialidades.

Sabemos que el autogobierno catalán no es ninguna maravilla. Es un autogobierno agujereado en prácticamente todas las materias (en casi ninguna de ellas puede la Generalitat decidir y actuar de forma diferenciada). Por los orificios penetran impunemente las actuaciones invasivas del poder central (practicadas tanto por gobiernos del PSOE como del PP). Catalunya tiene, digamos, un autogobierno que se parece a un queso suizo. Se trata de un autogobierno emmental,precariamente protegido, además, en el Tribunal Constitucional. Por otra parte, el ahogo fiscal de Catalunya es escandaloso en términos de política comparada con otras democracias.

Pero también sabemos que el contexto de actuación colectiva es ahora global. El reto ya no está tan sólo en conseguir mayores cotas de autogobierno dentro del contexto español. Más bien reside en dos objetivos generales: 1) desarrollar la presencia de Catalunya en el mundo, también en tanto que entidad nacional diferenciada - de sus empresas, de sus universidades, de su lengua y cultura propias, de su protagonismo político, de sus símbolos, etcétera, y 2) promover y asegurar unos índices de desarrollo, bienestar, equidad, cultura y calidad de vida para sus ciudadanos que se sitúen entre los más avanzados de la política comparada.

Para ello resultan necesarios varios elementos.

En primer lugar, resulta imprescindible contar con unos liderazgos políticos, económicos, mediáticos y culturales creíbles y claros. En segundo lugar, resulta necesario marcar prioridades colectivas y opciones estratégicas sobre aquello en lo que el país quiere ser muy bueno en un plazo de 15-20 años. En tercer lugar, resolver el endémico problema de las infraestructuras (en sentido amplio) y de los recursos económicos disponibles. Finalmente, demostrar imaginación sobre cómo aumentar el autogobierno sin obsesionarse con las limitaciones legales. Lo importante es conseguir amplias mayorías en favor de proyectos colectivos de alcance.

Uno de los objetivos del catalanismo histórico - la modernización de la sociedad y del Estado- se ha diluido. En términos económicos y sociales, España es hoy ya un país moderno. En cambio, en términos de cultura política sigue siendo un estado bastante primitivo.

El pluralismo y la diferencia siguen molestando a buena parte de los dos principales partidos españoles.

En términos generales, puede decirse que España ha mostrado recientemente, una vez más, que no tiene ningún interés en ser plural.Catalunya, es decir, sus instituciones, organizaciones y ciudadanos deben centrarse en otros horizontes en el momento de pensar y actuar sobre su futuro.

En la actualidad, la dimensión demográfica, productiva y cultural de Catalunya resulta muy adecuada para establecerse con éxito en el mundo globalizado. Tiene un tamaño de población similar al de Suecia, Austria o Suiza. Y es un país que ha demostrado con creces su potencialidad en situaciones históricas anteriores a pesar de no contar con un contexto político y financiero favorables. Es una sociedad emprendedora y con vocación internacional. Y cuenta con un activo mundial como es Barcelona.

Sin embargo, Catalunya está hoy bastante por debajo de sus posibilidades como país. Si desde las instancias públicas se actúa como si se fuera una comunidad autónoma más, ello supondrá un suicidio colectivo. Autogobernarse es poder decidir qué tipo de objetivos, dependencias y relaciones se quiere establecer con otros países y regiones del planeta. Un independentismo tranquilo de hecho por parte de los partidos, las empresas, las instituciones y las asociaciones catalanas es seguramente una buena actitud en términos de futuro.

Para corregir los déficits estructurales se requiere contar con liderazgos claros, tanto en el ámbito político, como en el económico, el mediático y el cultural. Ello incluye a las empresas, los medios de comunicación, las universidades, las asociaciones, las ONG, etcétera. Necesitamos líderes políticos y sociales que sepan indicar hacia dónde debe ir el país en los próximos años. Pero el liderazgo estrictamente político, es decir, el de la Generalitat, resulta fundamental. Este último debe saber actuar y transmitir a la población cuáles son las prioridades y las estrategias del país en el mundo global. Hace falta que desde la presidencia de la Generalitat y desde las distintas conselleries se muestre de forma creíble que se tiene, a la vez, modelo, proyecto y liderazgo. Catalunya necesita recuperar el orgullo colectivo. El país tiene recursos económicos, tecnológicos y humanos suficientes para ser un actor decisivo en muchos campos. Pero todo ello hay que incentivarlo ofreciendo perspectivas claras. Saber hacia dónde se va y cómo. Hay que dejar al margen polémicas interpartidistas de bajos vuelos que no hacen sino profundizar en el desencanto y la decepción de los ciudadanos. Hay que mirar menos a España y más a Europa y al mundo. El objetivo es jugar la Champions League de la globalización desde las características propias del país. Todo ello es parte del catalanismo del futuro.

 

 FERRAN REQUEJO, director del Grup de Recerca de Teoria Política (GRTP) y catedrático de Ciencia Política de la UPF. ferran. requejo@ upf. edu
lavanguardia, 25-VII-07.